AMBIENTE URBANO

Soy eventual ciclista urbano. En bicicleta encontré la forma de disfrutar plenamente de muchos traslados en la ciudad. En ella experimento el poder de la locomoción humana. La sensación de bienestar físico es plena. Es un movimiento casi natural. El equilibrio espiritual recorre todo el cuerpo y se produce una sensación de vida y placer que te lleva a sentir cada día mejor. 

No contamino, elimino kilos y mejoro en salud. Descubro cada día la ciudad que había perdido amarrado al volante. Me doy oportunidad de escuchar el canto de las aves, detenerme a estrechar la mano de un amigo, o a gozar de un café donde se me antoje. No lamento alzas al combustible y casi no gasto en refacciones o reparaciones.

Rogelio Garza menciona en su libro Las bicicletas y sus dueños: “Quien pedalea una bicicleta pasa a formar parte del Todo y se integra al movimiento natural del Universo. El tiempo y la distancia se difuminan, se perciben de manera distinta. En bicicleta, una persona flota, sus pies no tocan el suelo y, sin embargo, se desplaza sobre él, como las aves en el cielo, con un movimiento que se acopla a la naturaleza. Es lo que podemos llamar velocidad universal.”

A propósito de la celebración mundial del día sin auto (22 de septiembre) conviene recordar que una bicicleta en la ciudad significa un auto menos, una cuota menos de humo y de ruido en la ciudad. Equivale también a gente sana, productiva y socialmente responsable. El incremento del uso de la bicicleta es una tendencia mundial. Es un nuevo estilo de vida más que una moda. 

El espacio que ocupa un automóvil equivale a doce bicicletas. Es decir, en un estacionamiento para veinte autos se podrían estacionar 240 bicicletas. Considerando que los autos llevan un promedio de pasajeros menor que dos, la bicicleta tiene seis veces más rendimiento del espacio físico. En el espacio de circulación sucede lo mismo, además el desgaste que una bicicleta hace al asfalto es insignificante comparado con el que le generan los vehículos motorizados.

Ahora bien, estimados lectores automovilistas, promover el uso de la bicicleta no significa que todos deban dejar de usar el automóvil. Soy consciente de que mucha gente nunca cambiará del automóvil a la bicicleta. Solo se trata de hacer conciencia y —sin bajarse del automóvil— permitir a los ciclistas moverse con seguridad en las calles. Para ello se requiere del cuidado del automovilista. 

Para quienes nos trasladamos en bicicleta es más relevante la aceptación y el respeto del resto de los ciudadanos que el espacio que requerimos en la ciudad. Cuando un automovilista se encuentra con un ciclista, quizás necesite disminuir la velocidad y desplazarse a su ritmo. Pronto recuperará la velocidad con el mínimo esfuerzo del pie sobre el acelerador en la comodidad de su aire acondicionado. Nada comparable con el esfuerzo físico que un ciclista debe aplicar para recuperar su velocidad. Seamos empáticos en la calle y todo fluirá mejor.