Foto: especial

La inteligencia artificial (IA) se ha consolidado como una de las tecnologías más influyentes de la actualidad. Su impacto en la sociedad se manifiesta en áreas como el reconocimiento de voz, la detección de fraudes, la automatización de procesos y la creación de soluciones innovadoras. En el ámbito educativo, su influencia ya transforma el modelo de enseñanza-aprendizaje.

Personalización del aprendizaje: uno de los grandes beneficios

Según Edgar Tafoya Ledesma, sociólogo y filósofo de la ciencia por la UNAM, la IA mejora la calidad educativa en ciertos contextos, sobre todo mediante la personalización del aprendizaje. Puede analizar datos, habilidades y competencias de cada estudiante para recomendar materiales óptimos y ajustar la velocidad y nivel de dificultad de los contenidos.

Este enfoque potencia el rendimiento académico y permite que cada alumno aprenda a su propio ritmo, dentro y fuera del aula.

Automatización de tareas: eficiencia para docentes y escuelas

Tafoya señala que la IA también optimiza procesos administrativos. Permite gestionar registros, programar clases virtuales y evaluar exámenes de forma automática. Esta eficiencia libera tiempo y recursos, facilitando que las instituciones educativas se enfoquen en la enseñanza y el desarrollo curricular.

Además, reduce errores y mejora la precisión de la información escolar, lo que fortalece la gestión educativa.

Foto: especial

Enfoque humanista y global: la visión de la UNESCO

En 2019, durante la Conferencia Internacional sobre Inteligencia Artificial en la Educación celebrada en Beijing, la UNESCO adoptó el Consenso de Beijing. En él, se identificaron cinco ámbitos clave para un uso humanista de la IA:

  1. Gestión e implementación educativa.
  2. Empoderamiento docente.
  3. Aprendizaje y evaluación de resultados.
  4. Desarrollo de valores y competencias para la vida.
  5. Acceso a aprendizaje permanente para todos.

Riesgos en el uso educativo de la inteligencia artificial

Tafoya puntualiza que la IA ofrece múltiples beneficios, también presenta riesgos culturales y técnicos. Uno de los principales es la falta de formación del personal docente para integrarla correctamente en el aula.

Además, existen preocupaciones serias sobre la privacidad y seguridad de los datos de los estudiantes. La protección de información personal, como nombres o historiales académicos, se vuelve central ante el riesgo de uso indebido por empresas, gobiernos o grupos con fines comerciales o políticos.

Otro riesgo importante radica en que la IA puede suplantar procesos de pensamiento crítico, reflexivo y creativo. Un ejemplo es ChatGPT-4, desarrollado por OpenAI, que ha revolucionado la creación de contenidos y plantea retos sobre originalidad, análisis y autoría en la educación.

Foto: especial

Privacidad, vigilancia y uso de datos

La IA permite recopilar y analizar datos personales de los usuarios. Nombres, ubicaciones, correos y hábitos digitales pueden convertirse en insumos para la vigilancia estatal o el comercio mercantil, como ocurre con bases de datos biométricas en agencias como el FBI.

Este escenario exige regulación, transparencia y responsabilidad para prevenir el abuso de esta tecnología.

Tafoya Ledesma puntualiza que garantizar el uso justo y equitativo de la IA requiere de regulaciones legales y esquemas éticos robustos. A su vez, se necesita educación digital que permita a la sociedad comprender sus riesgos y beneficios.