por Yazmín Alessandrini

La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se rezaga. Y no lo digo yo. Lo dice el estudio QS World University Rankings para 2026, dado a conocer el pasado viernes y que ubica a nuestra máxima casa de estudios en la posición número 136, dejándola fuera del Top 100 de las universidades mejor evaluadas de todo el planeta, después de que en los años más recientes, 2023 y 2024, cuando ocupó las posiciones 93 y 94, respectivamente.

Esta estrepitosa caída de 36 posiciones sólo es indicativo de una cosa: México pasa por un muy mal momento en lo que se refiere al tema educativo. Y si en educación básica (primaria y secundaria) andamos mal, por ende si escalamos hacia la educación media superior y superior por lógica también vamos a estar mal. Y el hecho de que el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), el famoso Tec de Monterrey, haya sido ubicado en este mismo ranking en la posición 187, sólo nos dice que tanto en el ámbito público como en el privado nos estamos rezagando terriblemente.

Y aquí no se vale esgrimir el argumento de los “otros datos” al que tanto se recurrió durante el sexenio obradorista, porque el ranking QS no está politizado y muchos menos está contaminado por ideologías de centro o derecha. Nada de eso. Este instrumento simple y sencillamente se nutre de seis criterios para evaluar a las instituciones educativas de educación superior de todo el mundo: reputación académica, reputación del empleador, proporción docente/estudiante, citas por facultad, estudiantes internacionales y profesores internacionales. Así que no empecemos de conspiracionistas aludiendo a complots inexistentes o manos negras neoliberales.

La UNAM está fallando simplemente porque en México se está desestimando y subestimando el hecho de que las nuevas generaciones deben estar preparadas académicamente para aspirar a un futuro más competitivo y más globalizado. En algún momento a alguien se le ocurrió decir que cualquiera se puede dedicar a la arquitectura, a la ingeniería, a la medicina o a la abogacía simplemente porque “no se requería de gran ciencia” para dedicarse a ello y ahora simplemente estamos pagando el precio por desdeñar la academia, los libros, los profesores y la instrucción.

Retomando el ranking QS, debemos destacar que éste evalúa a las instituciones de educación superior por medio de diez indicadores muy específicos enmarcados en cuatro grandes ejes: Investigación y descubrimientos; Empleabilidad y resultados por compromiso global; Experiencia de aprendizaje y Sostenibilidad. En resumen, estos son los indicadores y su respectivo porcentaje de relevancia: Reputación académica (30%), citas por facultad (20%), Reputación del empleador (15%), Resultados de empleo (5%), Radio internacional de profesores (5%), Red internacional de investigación (5%), Diversidad de estudiantes internacionales (0%) y Proporción de estudiantes internacionales (5%), Proporción de estudiantes por profesorado (10%) y Sostenibilidad (5%).

Como pueden ver, se trata de un tema complicado y delicado sobre el cual, tanto el rector de la UNAM, Leonardo Lomelí Vanegas, como el titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), Mario Delgado Carrillo, han salido a declarar absolutamente nada. ¿Será que no les interesa o será que no se han enterado de lo que está ocurriendo?


Contacto.- www.lapoliticamedarisa.mx

alessandriniyazmin@yahoo.com.mx

Twitter / X: @yalessandrini1

Yazmín Alessandrini

Yazmín Alessandrini