Mujeres mayores sostienen el sistema de cuidados en Yucatán sin pago ni apoyo institucional. Urgen políticas públicas.
Mujeres mayores sostienen el sistema de cuidados en Yucatán sin pago ni apoyo institucional. Urgen políticas públicas.

En un escenario marcado por el envejecimiento acelerado, la desigualdad estructural y la ausencia de un sistema público de cuidados, las mujeres mayores se han convertido en pilares invisibles del sostenimiento de la vida en Yucatán. Lo hacen sin remuneración, reconocimiento ni apoyo institucional.

Así lo afirmó la Dra. Araceli Dennise Díaz Pedroza, investigadora de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), durante el seminario “Miércoles con Ciencia”, donde presentó su estudio sobre el rol de estas mujeres en el sistema de cuidados.

Mujeres mayores y cuidados no remunerados

Crisis de cuidados y desigualdad de género

La investigadora identificó cuatro contextos críticos que agravan esta problemática:

  1. Transición demográfica acelerada: La población envejece rápidamente, sin resolver problemas estructurales como la pobreza o los sistemas de salud precarios.
  2. Cambio en el panorama de salud: Aumentan enfermedades crónicas que requieren cuidados prolongados y complejos.
  3. Crisis global de cuidados: Mientras la demanda crece, hay menos personas disponibles para cuidar. Esto recae sobre mujeres mayores.
  4. Ausencia de políticas públicas: En Yucatán solo existen dos centros públicos de atención geriátrica, ambos insuficientes y de difícil acceso.

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Cuidar sin recursos ni descanso

En Mérida, las residencias geriátricas privadas tienen un costo mensual que va de 8,500 a 54,000 pesos, montos imposibles para la mayoría de familias yucatecas. “La pregunta no es qué tipo de cuidados se quieren, sino para cuántos alcanza”, advirtió la académica.

Además, muchas de estas mujeres ya están jubiladas o fuera del mercado laboral formal, lo que las convierte en cuidadoras por default. Se espera que cuiden “porque están en casa”, “porque no trabajan” o “porque tienen tiempo”, sin considerar el desgaste físico y emocional que esto implica.

Voces desde el cuidado silencioso

El estudio etnográfico se construyó a partir de entrevistas y convivencia directa con mujeres mayores cuidadoras. A través de sus testimonios, se visibiliza cómo el trabajo de cuidados no remunerado está feminizado, normalizado y silenciado.

“No se sienten con derecho a quejarse”, explicó Díaz Pedroza. “Cuidan con amor, pero también con agotamiento y soledad”.

Urge una política de cuidados con perspectiva de género

Finalmente, la investigadora hizo un llamado a repensar el modelo de cuidados desde una perspectiva de género, interseccional y de justicia social, que reconozca a las mujeres mayores no solo como receptoras de cuidado, sino como sujetas activas en el sistema.

“Es urgente garantizar cuidados dignos, accesibles y sostenibles para todas y todos”, concluyó.