Aunque Yucatán se encuentra entre los tres estados con mayor cobertura de manglares en México, después de Quintana Roo y Campeche, enfrenta también un desafío para su conservación, pues el 30% de su superficie de manglar está degradada, lo que equivale a unas 25 mil hectáreas afectadas, de acuerdo con estudios del Cinvestav.

Degradación añeja del manglar

Esta degradación no es reciente, tiene su origen en las obras de infraestructura iniciadas desde las décadas de 1960 y 1970, como la construcción de puertos de abrigo y carreteras, que alteran el flujo natural del agua hacia los humedales, indicó el doctor Jorge Herrera Silveira, investigador titular del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav), unidad Mérida.

El investigador señaló que en años recientes los rellenos para asentamientos humanos irregulares en zonas costeras han empeorado la situación.

Afectadas 25 mil hectáreas de manglares en Yucatán

Zonas más afectadas

Herrera Silveira identificó la franja comprendida entre Sisal y Dzilam de Bravo como la más afectada por esta problemática, una zona que también se encuentra bajo un fuerte impulso de desarrollo turístico e inmobiliario.

“Muchas inmobiliarias están haciendo caminos que interrumpen el flujo de agua del humedal al manglar, lo cual va a impactar aún más esa zona”, explicó.

La polémica en Sisal

Desde hace algunos meses la comunidad de Sisal se ha envuelto en polémica porque más de 150 pobladores del puerto de Sisal, deforestaron 23 mil metros cuadrados de manglar botoncillo de la duna costera. En respuesta, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) los denunció ante la Fiscalía General de la República. Además, clausuraron el predio dañado.

Un comité de pobladores de Sisal se reunió con el secretario de Gobierno de Yucatán, Omar Pérez, y personal de Profepa y Semarnat. A la par, el gobernador del estado, Joaquín Díaz Mena, anunció un programa de vivienda para los habitantes del puerto, para evitar que sigan destruyendo el manglar; sin embargo, a través de redes sociales se ha denunciado que la gente sigue invadiendo este sitio.

Afectadas 25 mil hectáreas de manglares en Yucatán

Se requieren trabajo coordinado

Desde hace años, el Cinvestav y la UNAM han colaborado con comunidades locales para conservar y restaurar manglares. No obstante, el profesor Herrera aclaró que los esfuerzos de la academia y sociedad civil no son suficientes sin la intervención efectiva de las autoridades y la iniciativa privada.

“El manglar está protegido por la Ley General de Vida Silvestre y por normas oficiales mexicanas. Solo falta aplicar la ley”, sentenció el investigador. Señaló que muchas veces se permite la alteración de zonas colindantes con los manglares bajo el argumento de que “ya no es manglar”.

El especialista también propuso una reforma legal que eleve los delitos ambientales a la categoría de graves, ya que aseguró “atentan contra el bienestar de la sociedad en general”, y recordó que el derecho a un medio ambiente sano está consagrado en la Constitución.

También consideró que la iniciativa privada debe aportar recursos para la conservación y restauración de los ecosistemas.

“Son los beneficiados de los cambios de uso de suelo para hoteles, marinas y restaurantes. No pagan compensaciones por el daño ambiental que generan”, indicó.

Las consecuencias

Herrera Silveira alertó que las consecuencias de la degradación del manglar ya están ocurriendo con la disminución de la producción pesquera, el deterioro en la calidad del agua; y un mayor riesgo de enfermedades relacionadas con la contaminación y pérdida de atractivo turístico.

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“No es que vaya a pasar, ya está pasando. Ya tenemos reducción en las pesquerías, las mareas rojas están más frecuentes y graves, y los contaminantes de granjas porcícolas y desechos urbanos están llegando al mar”, advirtió.

En este sentido, hizo un llamado urgente a frenar el uso excesivo de pesticidas y a exigir que las granjas porcinas implementen sistemas de tratamiento de aguas residuales. “Estamos deteriorando la calidad del agua, y con ella, nuestra oferta turística. Cuando esta desaparezca, también se irán las ganancias”, subrayó.

Comparó la situación con un caso en España, donde una sola enfermedad contraída por un turista en una playa contaminada provocó una caída drástica del turismo durante una década. “Aquí en Yucatán aún estamos a tiempo de actuar, pero el margen se está reduciendo”, concluyó.