Foto: Guillermo Castillo

Con una bicicleta como compañera fiel, una libreta como brújula y el corazón lleno de historias, Jaime Roldán, un viajero colombiano apasionado por las letras y la pedagogía, ha pedaleado ya 4 mil 500 kilómetros, atravesado nueve países y compartido su amor por la lectura con miles de personas en el camino. Su destino final: Alaska, y el tiempo que le tome llegar no es una preocupación. Lo importante es la ruta, el encuentro y el poder de la palabra.

El primer viaje de Roldán

La aventura de Roldán comenzó por primera vez en 2008, cuando emprendió su primer gran viaje por Suramérica en bicicleta, recorriendo 24 mil kilómetros por diez países. De aquella travesía nació su tesis de grado en Filosofía y Letras, titulada Suramérica rodada, un compendio de crónicas que reflejan un diálogo íntimo con el continente.

Pero no fue solo la bicicleta la que marcó su camino: también lo hizo la promoción de lectura y los talleres de escritura creativa, oficios que abrazó con vocación, trabajando con instituciones como la Universidad de Antioquia, Fundalectura, Comfenalco y la Fundación Terpel.

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El propósito de "Rueda Libre"

Ahora, en su más reciente aventura llamada “Rueda libre”, Jaime Roldán busca unir a todo el continente americano desde Medellín hasta Alaska, y actualmente se encuentra en Mérida, Yucatán, desde donde continúa su travesía, siendo Chiapas el próximo destino, sembrando letras y cosechando memorias en cada pedaleo.

El viajero y férreo promotor de la lectura y escritura creativa dijo que Rueda libre no es solo un viaje físico, sino una propuesta de transformación cultural: un espacio móvil, autogestionado, que transforma plazas, escuelas y comunidades en puntos de encuentro creativo.

Llega a Mérida lector que recorre el mundo en bicicleta
Foto: Rueda Libre. Jaime Roldán

Una travesía sin incidentes

Compartió que uno de los principales fue la desmitificación de lo que está ocurriendo con Centroamérica para con la seguridad y sus índoles de violencia. Apuntó que, en su recorrido, pero con su bicicleta siendo no únicamente su fiel compañera, sino también la mejor carta de presentación, no tuvo ningún incidente desagradable, más bien todo lo contrario, experimentó una unión como un mismo pueblo hermano.

A través de ejercicios didácticos, consignas literarias y el simple acto de conversar, Jaime Roldán invitó a todos a perderle el miedo a la hoja en blanco y descubrir que, como él dice, “estamos hechos de palabras, de historias”.

Con el horizonte puesto en Alaska, Roldán no lleva prisa. Su rumbo está guiado por las letras y por ese impulso irrenunciable de compartir lo que ama: leer, escribir y enseñar.

Jaime Roldán permanecerá algunos días más en la capital del estado, calcula que hacia mediado del próximo mes emprenderá de nuevo su camino, buscando rumbo norte, en donde las historias, las convivencias del pueblo mexicano seguro se quedarán con el para la próxima pedaleada, la cual seguro permanecerán en su corazón colombiano.