Ni los 38 grados que alcanzó la temperatura en el municipio lograron apagar la fe de las más de dos mil personas que, entre sombrillas y oraciones, se reunieron este Viernes Santo en el corazón de Acanceh.
La tradicional representación de la crucifixión de Cristo volvió a escena este año con su edición 45; y lo hizo con una fuerza que desbordó emoción y devoción.
En el atrio de la iglesia de Nuestra Señora de la Natividad, hombres, mujeres y niños ataviados con túnicas coloridas aguardaban atentos las indicaciones de Caifás, personaje encarnado por un miembro del elenco local.
El papel de Jesús de Nazaret fue interpretado este año por Juan Carlos Rivero Mukul, cuya actuación conmovió a más de un asistente.





Una pasión vivida bajo el sol ardiente
El dramatismo de la pasión se sentía en cada gesto. Los soldados de Pilatos alzaban sus lanzas, mientras el pueblo observaba en silencio cómo Jesús era azotado en medio del abrasador sol.
El fervor era tal que, a pesar del calor, los asistentes no se movieron de su sitio; permanecieron firmes, acompañando con su presencia el dolor representado del hijo de Dios.
Así se vive el Viacrucis viviente en Acanceh: cerca de 2,000 personas se dieron cita para presenciar la representación de la pasión de Cristo, organizada por el grupo Renacimiento desde hace 45 años. pic.twitter.com/K0lr5JQkN8
— 24 Horas Yucatán (@24horasYucatan) April 18, 2025
Sincretismo religioso en la Pirámide de los Mascarones
Pero lo que distingue a esta representación de otras en la región es su escenario final: la imponente Pirámide de los Mascarones.
Frente a este antiguo templo maya, la figura de Cristo crucificado adquiere una dimensión simbólica poderosa. En este sitio, donde alguna vez se rendía culto a divinidades prehispánicas, se alza ahora el símbolo máximo del cristianismo.
La escena es un ejemplo vivo del sincretismo religioso que caracteriza a Yucatán, donde las creencias ancestrales se entrelazan con las enseñanzas traídas por los colonizadores españoles.




