En un ambiente de profunda devoción, la comunidad católica de Mérida dio inicio a la Semana Santa con la celebración del Domingo de Ramos en la Catedral de San Ildefonso, donde el arzobispo Gustavo Rodríguez Vega dirigió un emotivo mensaje centrado en el amor, la misericordia y la comprensión del sufrimiento desde la cruz.
Desde tempranas horas, cientos de fieles llegaron con palmas en mano, recordando el pasaje bíblico de la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén. Para familias como la de Angélica Huchim y Emanuel, vecinos del centro, esta es una tradición que han transmitido a sus hijos:
“Cada Domingo de Ramos venimos a escuchar la misa del obispo, es una tradición que le hemos enseñado a nuestros hijos”.
Palabras de fe en un mundo con incertidumbre
Durante la homilía, Rodríguez Vega recordó el significado espiritual de este tiempo litúrgico, invitando a los asistentes a prepararse para el renacer de la Pascua.
"Él no quiso ahorrarse nada en absoluto para demostrarnos cuánto nos ama, para enseñarnos así a amar al estilo de su Hijo", expresó el prelado.
El mensaje enfatizó el amor sin medida de Jesús y cómo, incluso en medio de las peores injusticias, el amor puede dar sentido al sufrimiento. También abordó la pregunta recurrente de dónde está Dios ante los conflictos como la guerra en Ucrania y Medio Oriente:
“Dios no está de brazos cruzados, sino que está recibiendo a los que mueren, fortaleciendo a los que sufren y animando todos los esfuerzos que se están haciendo por construir la paz”.
Tradiciones vivas en Mérida
Fieles como Vicente López y Raquel Noh participaron activamente en la jornada, adquiriendo cirios benditos, palmas y asistiendo con fervor a la ceremonia. Para muchos, este periodo no es solo una vacación, sino una oportunidad de crecimiento espiritual.
“Es momento de guardar, de reflexionar sobre el mensaje que nos da Jesús, de su camino hacia el calvario, pero de su triunfo sobre la muerte”, compartió Raquel.
