Chichén Itzá rompe récord de visitantes durante el equinoccio de primavera
Chichén Itzá vivió una jornada multitudinaria este 21 de marzo con la llegada de 11,048 visitantes, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). La cifra arroja un incremento en comparación con los 8,500 asistentes del año pasado, consolidando al sitio arqueológico como el principal destino para presenciar el fenómeno arqueoastronómico del equinoccio de primavera.
Desde tempranas horas de la mañana, miles de personas comenzaron a arribar a la zona arqueológica. Visitantes de distintos rincones del mundo se dieron cita para presenciar el descenso de Kukulcán, el juego de luz y sombras que cada equinoccio llena de asombro a propios y extraños.
El descenso de Kukulcán maravilla a turistas nacionales e internacionales
Poco a poco, las arterias de Chichén Itzá se poblaron de turistas y locales. Algunos llevaban sombreros para protegerse del sol, otros se resguardaban bajo paraguas del calor que este viernes superó los 35 grados.
Por momentos, las nubes cubrieron el sol, generando incertidumbre entre los asistentes. Sin embargo, el cielo se despejó lo suficiente para que el fenómeno pudiera apreciarse en todo su esplendor a las 4:29 de la tarde.
"Es impresionante pensar en la precisión con la que los mayas calcularon esto. Ver cómo la serpiente desciende por la pirámide es algo que simplemente no tiene comparación", expresó José Martínez, un turista español que visitaba por primera vez Yucatán.
Ceremonias, vigilancia reforzada y un espectáculo ancestral
Al pie de la pirámide, hombres y mujeres participaron en ceremonias con danzas y caracoles: "este es un tiempo de cambios. La energía de la tierra y el cielo se equilibra, y Kukulcán baja para bendecirnos", comentó una turista que prefirió omitir su nombre.
El sol, en su alineación exacta con la estructura escalonada de la pirámide, comenzó a proyectar los triángulos de luz y sombra que, en cuestión de minutos, formaron el cuerpo de la Serpiente Emplumada deslizándose desde lo alto hasta la cabeza esculpida en piedra al pie de la escalinata.


En ese instante, una ovación surgió de la multitud. Algunos alzaron los brazos, otros cerraron los ojos en señal de reverencia. Un grupo de jóvenes se abrazó, mientras que un anciano murmuró una oración de agradecimiento.
Para evitar incidentes como el ocurrido el día anterior, cuando una persona escaló la pirámide, las autoridades reforzaron la vigilancia. En cada acceso a las escaleras se colocaron guardias para impedir que alguien intentara subir el Castillo de Kukulcán, protegiendo así la integridad del sitio.
Conforme el sol descendió en el horizonte, la sombra de la serpiente se disipó gradualmente. La multitud, poco a poco, inició su retirada con la satisfacción de haber sido testigos de un evento que ha trascendido los siglos.






