VOZ DE TINTA
JORGE PACHECO ZAVALA
Escribir es uno de los actos más solitarios que alguien pueda concebir. Escribir es abandonar la realidad por un instante y sumergirse en la jungla de las ideas y las imágenes. Escribir es descender a lo profundo del mundo real conocido; ahí donde el aislamiento y el silencio pueden llegar a ser perturbadores a niveles casi kafkianos. Escribir es mostrar mientras la anécdota avanza entre diálogos, atmósferas y figuras retóricas. Escribir es traer a la vida una realidad alterna inexistente, viva ahora, por causa de la imaginería creativa del autor. Escribir es morir a la esperanza de la normalidad de una vida contaminada de superficialidad. Escribir es sumergir el alma en lo profundo del acto mismo. Escribir es más un proceso que un acto. Escribir redefine al escribiente. Escribir transforma de modo gradual la manera en que percibimos la vida.
Quiero plantar en tu imaginación dos ideas metafóricas de lo que representa el acto mismo de recrear o escribir. Estas dos imágenes comparativas, son símiles respecto a la vida de quien escribe. Son y representan, así mismo, el acceso al fluir creativo, y la ruptura de cualquier bloqueo.
Si el acto cotidiano de quien escribe es superficial, árido y aparentemente sin compromiso, estará en camino de encontrar un muro que limitará su producción. Escribir demanda profundidad para permanecer. Está comprobado que las aguas profundas son más limpias que las aguas de la superficie. Un escritor es un buzo y no un nadador. Un escritor es un apneísta de la imaginación; un día lo podemos ver en cualquier lugar, pero después, pasarán meses sin que sepamos de él. Por lo tanto, podemos asegurar que la vida plena del escritor radica en habitar en lo profundo y no en la superficie.
Está por demás enumerar el decálogo anti-bloqueo para el escritor bloqueado, en donde se nos recomienda salir a tomar aire para que regresen las ideas. Las ideas se vuelven profundas en la profundidad, y se tornan superficiales en la superficie. Hoy la escritura es como la vida que viven muchos de los autores, superflua. Tal vez esto te suene dramático, pero te aseguro que ningún lector que se precie de serlo, es crédulo; y ningún lector con un poco de camino recorrido se comerá una historia cruda. Las historias memorables se cocinan en lo profundo de un horno ardiente. ¿Te comerías un pan apetecible a la vista, pero crudo? Lo sé, nadie come pan crudo.
La pregunta final es… ¿Estarías dispuesto a entrar al horno el tiempo necesario, hasta que el pan esté por completo horneado?
Así que, escribir es más un proceso que un evento; los eventos emocionan, los procesos trans-forman…