AMBIENTE URBANO
Juan Carlos Rojo Carrascal
Desarrollar un día de actividades cotidianas en Mérida es suficiente para darse cuenta de que algo no está funcionando en su movilidad urbana. Si nos movemos en automóvil propio la conclusión será que cada día hay más tráfico, se corren más riesgos, tardamos más y todo ello nos pone de mal humor.
Si no contamos con auto propio y debemos de hacer largos desplazamientos, dependemos del transporte público con todas sus complicaciones: aglomeraciones en horas pico, pérdida de tiempo, dificultad de acceder al servicio de forma cómoda y segura y en algunos casos, la ausencia de rutas cercanas.
Si el destino es próximo, siempre existirá la posibilidad de ir caminando, aunque aflora otro gran padecimiento de Mérida: La ciudad está plagada de obstáculos para caminar. En algunas zonas de la ciudad como el centro la ausencia de árboles (sombra) agravan las condiciones para los peatones. Hay muchas calles que no ofrecen un mínimo de seguridad para cruzarlas, los automovilistas no respetan y la mayoría de las banquetas son de mala calidad, están obstruidas o simplemente no existen. En pocas palabras, falta dignificar la caminabilidad en Mérida.
Finalmente, otra opción que podría ser destacada es la bicicleta, un medio de transporte que cada vez es más reconocido por su eficacia y flexibilidad para resolver distancias cortas y medias. La bicicleta puede sustituir un alto porcentaje de los viajes que hoy se hacen en automóvil o transporte público. Desgraciadamente, la bicicleta en Mérida se sigue viendo como una opción minoritaria, a pesar de que se ha demostrado su popularidad por décadas. En Mérida, como en pocas ciudades, se ve una gran diversidad de usuarios de la bicicleta como mujeres, personas mayores, jóvenes e incluso niños. Esto es un valor que debe protegerse.
¿Qué falta en Mérida para que más personas utilicen la bicicleta? Condiciones de seguridad. Esto se traduce a la necesidad de construcción de algunas ciclovías en vialidades principales, generar más sombra (más árboles en las vialidades) y sobre todas las cosas, la promoción de una actitud de respeto de parte de los automovilistas. Esta última condición es la que termina inhibiendo la mayoría de los viajes que se podrían hacer en bicicleta en muchas ciudades.
¿Que podría suceder en Mérida para bien de todos y todas sus habitantes? Redireccionar la inversión en obra pública para promover intensamente las tres formas más convenientes de desplazarse en la ciudad: Transporte público, bicicleta y caminar. Esto pudiese parecer sencillo, aunque costoso. Lo que es importante —y donde se pone complicado— es que esta política debe ir acompañada de una severa limitación de gasto en infraestructura para el automóvil. Aquí es donde deja de ser popular la propuesta.
Quiero dejar claro, los medios de transporte sostenibles no crecerán ni se desarrollarán mientras se siga invirtiendo paralelamente para intentar resolver la movilidad en automóvil. La mejor manera de resolver el tráfico es limitándolo más. Es poco popular, pero eficiente.
Sigamos conversando: juancarlosrojo@uas.edu.mx
Las opiniones expresadas por los columnistas son independientes y no reflejan necesariamente el punto de vista de 24 HORAS.