De mutuo acuerdo con comerciantes y ambulantes del Centro Histórico de la capital yucateca, el Ayuntamiento de Mérida logró liberar de vendedores y puestos semifijos, cuatro calles que conectan la plaza principal con los mercados municipales y el Museo de la Ciudad.
Las calles liberadas forman un nuevo “corredor” que pasa por el Pasaje Emilio Seijo, la zona conocida históricamente como la Segunda Calle Nueva, el parque Eulogio Rosado y de ahí a una gran zona peatonal que colinda con los Portales, el edificio de Correos de México y los accesos al mercado Lucas de Gálvez.
El trabajo político y logístico para lograrlo tardó casi 100 días, pues se hizo de la mano de quienes ocupaban esas calles y de los dueños de los negocios, muchos de los cuales también habían ocupado con puestos y equipo de exhibición de mercancías, parte de esas calles icónicas, según lo declaró el subdirector de Vía Pública Mercados del Municipio, Alfonso Lozano Poveda.
“Desde el inicio de la administración sabíamos que el tema del ambulantaje en el Centro Histórico era un tema complejo y que se han aplicado en el pasado otras políticas y programas, pero nosotros estamos decididos a avanzar en un verdadero trabajo de reordenamiento de la vía pública en Mérida”, señaló en entrevista para 24HORAS Yucatán.
“Se estableció crear una “especie” de corredor libre de puestos ambulantes que conecte, la Plaza Principal con la zona de los mercados de Mérida y de ese modo conectar también con el nuevo Corredor Turístico y Gastronómico que a su vez se conecta con el Gran Parque de La Plancha”, añadió.
Como se mencionó este corredor pasa por el zócalo, y de ahí al Pasaje Emilio Seijo, se dobla hacia la Segunda Calle Nueva y se llega al parque Eulogio Rosado, justo enfrente del Museo de la Ciudad, y de ahí se puede caminar hacia la zona de Los Portales o entrar directo al Mercado Lucas de Gálvez.
Durante un recorrido por esas vías, se pudo constatar que lucen diferentes, y salvo algunas la presencia de algunas vendedoras conocidas popularmente como “palanganeras”, que son mujeres, la mayoría de éstas adultas mayores, y de origen maya, que desde hace décadas se instalan con sus palanganas en los mercados y sus alrededores.
Lozano Poveda explicó que se decidió que algunas “palanganeras” permanezcan en las calles liberadas, pues forman parte de la identidad cultural.
A quienes se retiró de plano, fue a los que se comprobó que tenían más de cinco puestos en la misma calle, pues es evidente que se trata de personas que se están “agandallando” el espacio público, y solo se les dejó seguir vendiendo en otros espacios a los que ya tenían un permiso del municipio.
Indicó que en el Centro Histórico operan entre 300 y 400 vendedores ambulantes, pero en el resto de la ciudad y su periferia hay otros 950, mientras que en los tianguis ya hay un padrón de cerca de dos mil personas.