Felipe Carrillo Puerto, líder revolucionario y defensor de los derechos indígenas
Felipe Carrillo Puerto, nacido en 1874 en Motul, Yucatán, destacó como gobernador, periodista y líder de la Revolución Mexicana.
Fue un defensor incansable de los derechos del pueblo maya, al cual buscó empoderar mediante reformas agrarias y educativas.
Hoy, Felipe Carrillo Puerto es recordado como un símbolo de la defensa de la cultura y los derechos indígenas.
Su vida y obra son un recordatorio de compromiso con la justicia social y la igualdad.
Compromiso social desde joven
Desde joven, su compromiso con la justicia social y la defensa de los derechos indígenas marcaron su vida.
Educado en Mérida y conocedor de la lengua maya, Carrillo Puerto comenzó su lucha contra la opresión alentando a la comunidad indígena a resistir las injusticias de los hacendados.
Esta defensa lo llevó a prisión a los 18 años y a iniciar una carrera política que impactó profundamente la historia de Yucatán.
¿Quién fue Felipe Carillo Puerto?
Durante la Revolución Mexicana, Carrillo Puerto participó activamente en el movimiento zapatista, que buscaba justicia para los campesinos y jornaleros de las haciendas henequeneras.
En este contexto, fundó el Partido Socialista del Sureste, promoviendo la igualdad social y los derechos indígenas.
A su vez, en 1920, se unió al Plan de Agua Prieta y regresó a Yucatán para consolidar sus ideales revolucionarios. Fue electo diputado al Congreso de la Unión, y dos años después, en 1922, se convirtió en gobernador de Yucatán, iniciando una etapa de transformación política y social en el estado.
Además, como gobernador, Felipe Carrillo Puerto implementó reformas progresistas en beneficio de los sectores más vulnerables. Su primer discurso fue en lengua maya, reflejando su cercanía con el pueblo indígena. Instituyó los “viernes culturales” y promovió la igualdad de derechos políticos para las mujeres, permitiéndoles votar y ser votadas, un avance pionero en el país.
Sus logros
Uno de sus logros más destacados fue su política agraria. Declaró de interés público la industria henequenera, fomentando la creación de la Comisión Exportadora de Yucatán y la Liga de Medianos y Pequeños Productores de Henequén.
Aunado a esto, repartió tierras y promovió la producción ejidal, buscando empoderar a los campesinos y brindarles medios para su independencia económica.
Fue fusilado en 1924 por sus ideales, dejando un legado como el “Apóstol de la Raza”. En 1927, el Congreso local lo declaró Benemérito del Estado de Yucatán en reconocimiento a su incansable lucha por los derechos de los pueblos mayas y su legado de justicia social.