La comunidad maleku, ubicada al norte de Costa Rica, lucha por conservar su cultura ancestral frente al creciente turismo en la región del volcán Arenal.
Lilidia Quirós, una mujer maleku de 34 años, enseña a sus hijas el orgullo de ser parte de esta pequeña comunidad, que se esfuerza por mantener sus tradiciones vivas a pesar de las presiones externas.
Una Resistencia Cultural Frente al Auge Turístico
Los maleku constituyen el grupo indígena más pequeño de Costa Rica, con menos de mil miembros. A pesar de su reducido número, la comunidad se niega a ceder ante el impacto del turismo de masas.
Villa Maleku, un asentamiento ubicado en un parque ecológico, alberga a unas 30 familias dedicadas a combinar la agricultura con la atención turística. Esta estrategia les permite no solo preservar su cultura, sino también generar ingresos.
Tradiciones que Atraen a los Visitantes
Quirós y otros miembros de la comunidad ofrecen experiencias auténticas a los turistas, quienes pueden aprender sobre las costumbres maleku, su lengua y sus rituales fúnebres. Por ejemplo, una práctica tradicional consiste en enterrar a los fallecidos dentro de las viviendas para que el espíritu permanezca cerca.
Además, los visitantes disfrutan de danzas, degustan alimentos cocinados con técnicas ancestrales y adquieren artesanías, como máscaras de madera talladas en forma de animales.
El Desafío de Proteger los Recursos Locales
El turismo en la zona incluye actividades populares como paseos en teleférico y recorridos por los bosques cercanos. Sin embargo, existe preocupación entre los locales sobre el control del turismo por parte de empresarios extranjeros. Cristian Rodríguez, dueño de un restaurante en la zona, resalta la importancia de que los lugareños mantengan el control de sus tierras y negocios.
Aunque no es maleku, su compromiso con la comunidad busca evitar que se repitan errores de otros lugares donde los pobladores perdieron el control de sus negocios.
La Cultura Maleku como Parte del Turismo Sostenible
Para la comunidad maleku, el turismo representa una oportunidad para compartir su legado cultural con el mundo y al mismo tiempo generar ingresos que aseguren la continuidad de sus tradiciones. Sin embargo, la sostenibilidad del modelo depende de proteger los intereses de los habitantes locales y evitar que las empresas extranjeras dominen el sector.
La historia de los maleku demuestra que la conservación cultural puede ir de la mano con el desarrollo económico, siempre que se respeten los derechos de los pueblos originarios y se promueva el turismo responsable.
AFP