En ciudades como Mérida, el aumento en la sensación de calor ha sido notable en los últimos años, y uno de los factores clave detrás de este fenómeno es la expansión urbana desmedida.
Este crecimiento ha alterado significativamente el uso del suelo, contribuyendo a la formación de “islas de calor urbanas”, donde las temperaturas son más altas que en áreas rurales cercanas.
Así lo revela el artículo Islas de calor por efecto del cambio de uso de suelo asociado al crecimiento poblacional en la península de Yucatán, México, publicado en la Gaceta 17 del Sistema de Investigación, Innovación y Desarrollo Tecnológico del Estado de Yucatán, (Siidetey)
El texto, de los autores Nayeli A. Patlán-García, Ma. Eugenia Allende-Arandía, Erika D. López-Espinoza, expone cómo el rápido desarrollo urbano, en conjunto con actividades humanas, ha modificado la dinámica atmosférica y aumentado las temperaturas locales.
De acuerdo con los investigadores, en los últimos años, el fenómeno de las islas de calor urbanas ha cobrado relevancia en ciudades como Mérida, Cancún y Playa del Carmen, donde las temperaturas han incrementado notablemente debido a la expansión urbana descontrolada y el cambio de uso de suelo (CUS).
Estos cambios no solo alteran los ecosistemas locales, sino que también modifican el clima, generando un impacto directo en las condiciones atmosféricas y, en consecuencia, en la calidad de vida de los habitantes.
Un estudio examina cómo el crecimiento poblacional y la transformación del suelo en la península de Yucatán están relacionados con el aumento de temperaturas y la creación de islas de calor.
A través de modelos numéricos que analizan variables atmosféricas y la expansión urbana en seis ciudades costeras de la región, se ha evidenciado el efecto negativo de estos cambios sobre la dinámica atmosférica.
¿Qué es una isla de calor?
El concepto de islas de calor urbanas se refiere a áreas donde la temperatura es considerablemente más alta que en las zonas rurales cercanas, y esto se debe, en gran parte, a la sustitución de superficies naturales por construcciones y pavimentos que absorben más calor.
El estudio utilizó datos que abarcan desde 1996 hasta proyecciones para 2036, mostrando un crecimiento alarmante de las áreas urbanas, especialmente en ciudades como Cancún, donde la expansión alcanzó un 419% para 2016.
Este aumento de la urbanización ha generado un incremento de hasta 0.8°C en la temperatura del aire, lo que resalta la relación directa entre el cambio de uso de suelo y las alteraciones climáticas.
Además del aumento de la temperatura, el estudio reveló que la expansión urbana también afecta la velocidad del viento. En ciudades como Mérida y Playa del Carmen, la fricción generada por la expansión del área urbana ha disminuido la velocidad del viento, mientras que en Cancún se observó un incremento en la velocidad debido a un mayor gradiente térmico.
“Estas alteraciones en las condiciones atmosféricas tienen implicaciones importantes para la sostenibilidad y el bienestar de las ciudades”.
El texto señala que el crecimiento poblacional y las actividades económicas, como la agricultura y la deforestación, juegan un papel fundamental en estos cambios. Sin embargo, el CUS no solo debe asociarse con el aumento de la población, sino también con la explotación de los recursos naturales y las actividades que transforman el entorno.
“La pérdida de ecosistemas y la modificación de la interacción entre lo biótico y lo abiótico en la región han contribuido al deterioro ambiental, impactando negativamente en los procesos climáticos locales y regionales“.
Para enfrentar este reto, según exponen los autores, es crucial que los tomadores de decisiones consideren los impactos del CUS en las variables atmosféricas y planifiquen de manera adecuada el crecimiento urbano.
“Los planes de ordenamiento territorial deben incorporar estrategias que no solo aborden el crecimiento poblacional, sino que también tengan en cuenta los impactos de actividades económicas y otros factores ambientales. De no hacerlo, el sistema climático responderá a estos cambios con fenómenos extremos que podrían tener consecuencias devastadoras”, se advierte en el artículo.
El estudio sugiere que es necesario analizar otras variables ambientales, como los flujos de calor, la interacción superficie-atmósfera y los patrones de precipitación, para tener una visión más completa de los impactos del CUS.
Además, es fundamental adoptar un enfoque integrado de manejo costero que promueva el desarrollo sostenible tanto a nivel local como regional.
Una de las conclusiones más destacadas del estudio es que el 17% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero están relacionadas con el CUS, lo que refuerza la importancia de una planeación urbana eficiente y sostenible. La dispersión y fragmentación del suelo, producto de una planificación deficiente, agrava el problema y contribuye a la crisis climática.
En este sentido, subrayan, es necesario fortalecer el diálogo entre los diferentes niveles de gobierno, involucrar a los actores locales en la implementación de estrategias y mejorar la coherencia política para abordar el cambio climático de manera efectiva.
“La conciencia climática y la integración de políticas coherentes son esenciales para enfrentar los retos que plantea el crecimiento urbano desmedido y sus impactos en el clima”.
El estudio de los impactos ecosistémicos derivados del CUS no solo es una necesidad ambiental, sino también socioeconómica y política. Al reconocer los riesgos futuros y las consecuencias ambientales asociadas, se vuelve imprescindible tomar acciones inmediatas para gestionar adecuadamente el uso del suelo en la península de Yucatán y en otras regiones en desarrollo.
En resumen, las islas de calor urbanas y los cambios en el clima asociados al crecimiento urbano en la península de Yucatán destacan la urgencia de replantear la manera en que gestionamos nuestros recursos y planificamos nuestras ciudades. La sostenibilidad y el bienestar a largo plazo dependen de las decisiones que se tomen hoy en día.
Abraham Bote Tun