Malpelo, una isla rocosa y edén para las especies marinas, enfrenta un grave problema: la pesca ilegal. El catamarán Silky se ha convertido en el guardián de este paraíso en el Pacífico colombiano.
Presencia del catamarán Silky
Desde 2018, la tripulación del Silky patrulla estas aguas, alejándose 500 kilómetros de la costa. Su misión es clara: proteger a los tiburones de la pesca indiscriminada.
La presencia del Silky ha provocado una notable disminución en la actividad de los pescadores ilegales en esta zona protegida.
Los ambientalistas a bordo del Silky realizan recorridos constantes y, al detectar embarcaciones sospechosas, las ahuyentan con gritos y amenazas de llamar a las autoridades. Además, bucean para cortar redes y liberar a los animales atrapados.
Darío Ortiz, un antiguo pescador convertido en ambientalista, destaca: “Esa es nuestra misión principal”.
Desde su inicio, los guardianes del Silky han logrado rescatar a 508 animales y forzar la huida de 302 embarcaciones. También han recogido más de 70,000 metros de cuerdas de pesca.
Érika López, la líder del proyecto, afirma que no han visto pesqueros cerca de Malpelo desde diciembre pasado. “Cuantos menos veamos, más éxito estamos teniendo”.
Impacto de la pesca ilegal en Colombia
Colombia no lleva un registro de tiburones cazados ilegalmente, pero el Ministerio de Ambiente reporta que entre 2012 y 2022 se incautaron más de 334 toneladas de pescado extraído de forma ilegal.
Malpelo es un punto clave en la migración de especies amenazadas como el tiburón martillo y el tiburón ballena.
El sueño de Érika López es expandir este modelo de conservación en todo el océano.
“El Silky debe ser un referente para nuevas alianzas en la lucha contra la pesca ilegal”, concluye. La historia del Silky es un faro de esperanza en la batalla por la conservación marina.
AFP