Debido a la cercanía a las playas de Progreso del huracán Milton su población con los años de experiencia o simplemente por una cultura de la prevención señalaron estar preparados para los embates del meteoro. 

Eso sí, aseguraron que Gilberto e Isidoro les enseñaron a estar preparados y no comprar demás. 

Para la señora Candy habitante del puerto de Progreso indicó que el aprendizaje dejado por dos poderosos meteoros les han dado la oportunidad de ser precavidos y no caer en pánico, pese a la peligrosidad. 

“Compré lo necesario porque no tiene sentido almacenar demás si luego se va quedar. También hemos previsto si es necesario ayudar a los vecinos ya que en casa gracias a dios tenemos una construcción firme. También podríamos compartir alimentos. Esperemos que no nos toque porque viene fuerte”. Señaló. 

Para Luis Medina aparte de los enseres y víveres no perecederos tuvo que tomar otras precauciones para poder tener la seguridad de conservar su patrimonio. “Me prepararé asegurando todas las cosas que podrían salir disparadas como la tapa de mi tinaco o el comprensor del aire acondicionado. También guardé adornos o elementos que pueden ser levantados por el aire”, comentó. 

José Manuel Collí indicó que consiguió con tiempo comida suficiente y al tener una buena escuela para la sobrevivencia solo le queda esperar el paso del meteoro. 

“Nosotros tenemos comida, víveres cargamos pilas, gasolina para hacer fuego. Estamos listos, somos gente de monte y podemos sobrevivir”, afirmó. 

Por su parte,  Gabriel Aban dijo que el ya está preparado que si bien él no nació en el puerto le tocara pasarla solo en su casa, la cual adecuó para protegerla de los fuertes vientos. “Me previne con desconectar cables, preparar documentos importantes en un portafolio que no filtre el agua y cerraré bien las ventanas. Con tiempo compré velas por si se va la luz”, Indicó. 

Los habitantes de Progreso, curtidos por años de enfrentar fenómenos naturales, a pesar de la tensa calma en el ambiente se movían con una mezcla de resignación y determinación. Las tiendas de abarrotes eran un hervidero de actividad. Carritos repletos de agua embotellada, enlatados, baterías, entre otros se deslizaban por los pasillos. 

Las familias hacían acopio de lo necesario para enfrentar las próximas horas, conscientes de que el huracán Milton estaba a punto de hacer su aparición.

Los refugios temporales, habilitados en escuelas y centros comunitarios, mostraban una baja afluencia, al menos minutos antes de la caída del sol. 

A pesar de los llamados de las autoridades, la asistencia era menor de lo esperado. Algunos preferían refugiarse en sus propias casas, confiando en que sus viviendas resistirían el embate del viento y la lluvia. Otros, simplemente, no querían abandonar sus hogares.

Los altavoces, instalados en las patrullas de la Secretaría de Seguridad Pública instaban a la ciudadanía a abandonar la playa y es que el fenómeno atrajo a algunos curiosos para ver el mar enfurecido, incluso minutos antes del ocaso. 

Los pescadores, quienes conocen como nadie el mar y sus caprichos, desde temprano amarraban sus embarcaciones con cuerdas gruesas y las aseguraban lo mejor posible, la colaboración entre ellos fue fundamental para poner a salvo sus navíos. De acuerdo a información de autoridades del puerto fueron 200 embarcaciones menores y otras dos mil más menores. 

Hasta antes de la caída del sol el refugio que se instaló en la primaria Candelaria Ruz Patrón nada más contaba con seis huéspedes, entre ellos un menor y una mascota. El dueño del can Eder Obregón compartió su travesía para 24 Horas Yucatán. 

Eder Obregón o también conocido como DerMüll Toys es un artista fabricante de juguetes que ha hecho un recorrido en todo el territorio nacional en compañía de su can “Chuleta” y a bordo de una combi en los últimos tres años. 

Dijo que Yucatán es el último punto para completar las 32 entidades federativas y precisamente en su último destino le ha tocado su sexto huracán, pero este es el más grande. Para no arriesgarse demás decidieron encontrar refugio para su tranquilidad y finalmente llegar con bien a casa. 

El sol comenzaba a ocultarse, tiñendo el cielo de tonos ya grises muy diferentes a los de la mañana cuando se observaba más escampado con momentos de sol. La oscuridad, que se avecinaba, prometía ser larga y tormentosa noche y madrugada. Progreso, con el corazón encogido, esperaba la llegada del huracán Milton, consciente de que esta noche marcaría un antes y un después en la vida de sus habitantes.

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