El ciclón Helene, aunque no tocó tierra en las costas yucatecas, los oleajes marítimos y las lluvias paralizaron las actividad pesquera y turística, afectando la economía local en plena temporada de captura de pulpo y de los visitantes nacionales y extranjeros, de acuerdo con testimonios de residentes de la zona.

En El Cuyo, los propietarios de restaurantes aseguraron sillas y mesas, evitando daños en sus instalaciones y más de 500 embarcaciones fueron trasladadas a refugios pesqueros en previsión de las condiciones adversas.

Esta acción es parte de las medidas adoptadas por los habitantes de la zona, quienes han seguido las recomendaciones de las autoridades locales para garantizar su seguridad.

En Telchac Puerto, los turistas esta vez dejaron solos en el muelle a la estatua de Chaac (el Dios de la Lluvia maya), ya que todos estaban resguardados.

Los barcos de pesca menor fueron llevados a los refugios pesqueros y pocos restaurantes abrieron. 

A medida que la tarde avanzaba en Progreso, otro de los puntos neurálgicos del turismo en Yucatán, el malecón, que suele estar lleno de vida, presentaba una imagen desoladora. 

La expectativa del impacto del huracán llevó a los habitantes y prestadores de servicios a tomar precauciones. Los negocios que normalmente se llenan de turistas lucían vacíos, y muchos restaurantes optaron por bajar sus cortinas. 

Algunos establecimientos decidieron cubrir sus ventanas y puertas con tablas de madera, anticipándose a los efectos del viento.

En este contexto, la actividad comercial era casi inexistente. Los trabajadores del sector turístico se encontraban en alerta, conscientes de que la llegada de Helene podía significar pérdidas económicas. 

Los hoteles reportaron una drástica disminución en las reservas, lo que puso en jaque la operatividad de varios negocios. 

Un empleado de un hotel en el malecón comentó sobre la situación: “Progreso no se había visto tan solo en mucho tiempo, ni siquiera fuera de temporada”.

Mientras los restaurantes y hoteles lidiaban con la falta de actividad, algunos turistas decidieron desafiar las condiciones climáticas. 

Unas pocas familias se aventuraron a caminar por el malecón, buscando aprovechar la tranquilidad inusual del puerto.

Al caminar por la arteria principal del puerto, usualmente atestada de turistas y locales, se podía observar la ausencia casi total de actividad comercial. Varios restaurantes optaron por bajar sus cortinas, y algunos establecimientos se adelantaron a los posibles efectos del viento, cubriendo sus ventanas y puertas con tablas de madera. 

“No sabemos si llegará con fuerza o no, pero preferimos prevenir, no queremos sorpresas”, comentó Jorge Zárate, encargado de un restaurante frente al mar, quien junto a su equipo se apresuraba a resguardar el mobiliario exterior.

El ambiente, que normalmente estaría marcado por el sol y el calor característico de la costa, cambió drásticamente debido a los remanentes de Helene. Las lluvias intermitentes y las temperaturas bajas alejaron a los turistas, dejando las calles prácticamente vacías. 

“Progreso no se había visto tan solo en mucho tiempo, ni siquiera fuera de temporada”, señaló Mariana Salazar, empleada de un hotel cercano al malecón, quien también informó que las reservaciones se desplomaron, dejando al complejo hotelero con apenas pocos huéspedes.

A pesar de las advertencias de las autoridades, un par de familias decidió desafiar el clima y aprovechar la tranquilidad inusual del puerto. 

“Vinimos a relajarnos, y aunque sabíamos del huracán, nunca pensamos que estaría tan solo. Es raro ver Progreso así”, dijo una turista originaria de Campeche mientras paseaba con su familia por la orilla del malecón. 

Los pocos turistas presentes buscaban resguardarse de la llovizna bajo sombrillas improvisadas o en los pocos locales que permanecieron abiertos.

Los hoteleros y trabajadores del sector turístico, conscientes de la incertidumbre climática, expresaron preocupación por las pérdidas económicas que eventos como este les generan. 

“Es un golpe fuerte para nosotros. Septiembre es complicado de por sí, y un huracán aleja a la poca gente que suele venir. Ya estábamos casi vacíos”, explicó con resignación Alejandro Núñez, administrador de un hotel boutique.

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *