La comisaría de Chuburná de Hidalgo es escenario de un largo proceso de transformación territorial, marcado por la expansión urbana de Mérida. A pesar del paso del tiempo y la constante expansión de la ciudad, esta comunidad ha logrado preservar su esencia y mantener viva su rica tradición.
El señor Augusto Cab es un habitante de Chuburná. Los 80 años de su vida los ha vivido en la colonia. Es tercera o cuarta generación de personas, aunque no recuerda bien si su bisabuelo llegó de otra parte de Mérida o de otro lugar y se quedó por su esposa.
“Aquí sobre la calle 20, que es una arteria vial que conecta con Francisco de Montejo o Circuito Colonias, era pura terracería. No solo veíamos conejos, sino hasta hueches (armadillos). Ahora, ¿qué va a haber? Si en la mañana se hace el tráfico por las escuelas y en las noches es imposible cruzar esa calle”, indicó.
Germán López, vecino de la colonia, vivió mucho tiempo sobre la calle 17, una de las arterias viales que ahora es el paso de cientos de vehículos todos los días, incluyendo por lo menos cinco rutas del transporte público Va y Ven y una combi del trayecto Chuburná 21.
“Aquí, donde está el poste con el transformador de luz, antes eran establos. Estas casas de INFONAVIT no existían, solo estaba el terreno de los Cab. Hasta hace poco, lo que ahora es Dunosusa era donde don Víctor, el carnicero que hacía chicharra, tenía sus chiqueros. Ahora ya está prohibido”, indicó.
Esta comunidad, que en su origen fue eminentemente campesina, conserva aún costumbres que sus habitantes han protegido con dedicación. Entre las más significativas se encuentran las festividades religiosas, particularmente las fiestas patronales en honor a San Pedro Apóstol. Durante estas celebraciones, la comunidad organiza misas, procesiones y vaquerías, eventos llenos de música, baile y convivencia que reúnen a jóvenes y adultos.
La vida campesina también se celebra con eventos locales que destacan la importancia del trabajo agrícola, aunque este ha disminuido en los últimos años debido a la urbanización. Aun así, el sentido de comunidad sigue siendo fuerte en Chuburná de Hidalgo, especialmente en espacios como la Casa Ejidal. Este lugar no solo es un punto de encuentro, sino un símbolo de la organización y autonomía que la comunidad ha sabido preservar.
La Casa Ejidal está dirigida por un comisariado elegido entre los ejidatarios, quienes organizan las actividades relacionadas con la administración de las tierras ejidales y la resolución de conflictos. Además, los ejidatarios juegan un papel importante en la toma de decisiones que afectan a la comunidad, manteniendo un sistema de gobernanza participativa que da voz a sus miembros.
Un recorrido por sus calles revela un entramado de historias y costumbres que se resisten a desaparecer. Don Luis Chi, ejidatario de la zona, indicó que, a pesar de lo que parece, esta central de abastos en donde se encuentra no es tan añeja, ya que fue el alcalde Federico Granja Ricalde quien la inauguró hacia finales de la década de los Años 70. Antes, este lugar estaba donde ahora se encuentra un Súper Aki.
Los mayores recuerdan que frente al Tecnológico de Mérida, específicamente entre las calles 60 norte y 21 de Chuburná de Hidalgo, se encontraba una estación de ferrocarriles que era el punto para trasladar a los meridanos en sus vías a bordo del tren hacia el puerto de Progreso.
El edificio en donde ahora funciona el registro civil es más antiguo que la Revolución Mexicana. En su fachada tiene estampado el año de su edificación: 1906. El inmueble, testigo de innumerables nacimientos, matrimonios y defunciones, continúa siendo un lugar emblemático donde se registran los momentos más importantes de la vida de los habitantes.
Este lugar no es ajeno a leyendas o mitos. Benito Poot, vecino y comerciante de mariscos que vive a unos 500 metros del ahora edificio gubernamental, compartido para el equipo de 24 HORAS Yucatán :
“Aquí se casó a escondidas Pedro Infante con Irma Dorantes. Bueno, eso es lo que dice la gente. Yo estaba muy chavo cuando me lo contó mi mamá, quién sabe si es verdad, pero es lo que la gente grande contaba”, señaló haciendo referencia a dos luminarias del cine de oro nacional.
Don Luis Yam, habitante de la tercera edad de la colonia, recordó que ese edificio que ahora se utiliza como el Registro Civil de Chuburná, hace unos 40 años funcionó como escuela, pero también fue una cárcel municipal.
La parroquia, con su arquitectura colonial, es un espacio de reconocimiento espiritual y un referente histórico de la comunidad. Hasta hace poco más de un mes, celebró su fiesta tradicional, que tiene como estandarte a la Virgen de la Asunción, una celebración que ha permanecido con gremios, jarana, rosarios y voladores, haciendo de este un espacio de resistencia en uno de los puntos. cardinales con mayor desarrollo urbano y plusvalía de la capital del estado, el norte de la ciudad.
Si aún existen dudas sobre los vestigios que Chuburná de Hidalgo conserva, basta con ver su cementerio, un aspecto que en pocos lugares se replica, menos en los complejos urbanos y privados que hoy abundan en la capital del estado.
Chuburná de Hidalgo es un claro ejemplo de cómo una comunidad puede adaptarse a los cambios sin perder su identidad. Sus habitantes, orgullosos de sus raíces, han sabido conservar sus tradiciones y costumbres, convirtiendo a esta unidad habitacional en un oasis de tranquilidad y autenticidad en medio de la vida urbana.