Juan Carlos Rojo Carrascal.
El Va y Ven es un sistema de transporte público integral que para muchos meridenses tiene fallas de inicio, aunque ofrece un importante servicio a gran parte de la población con una cobertura metropolitana que lo fortalece aún más en la región.
Conozco varios proyectos de implementación de sistemas de transporte público en el país, algunos muy prósperos y otros atorados por décadas sin lograr su materialización. La dificultad en la mayoría incide en la voluntad de cambio de los concesionarios de transporte, así como la voluntad política para ganarle espacio al automóvil.
Llegué a residir a Mérida a principios del año pasado. Entonces solo había una ruta de Va y Ven que circulaba por el periférico. Para desplazarme tuve que utilizar los antiguos autobuses urbanos que daban mucho que desear. Ruidosos, calurosos, lentos y escasos. Utilizar el transporte público era realmente un suplicio. Además, mis recorridos eran de sur a norte por lo que tenía que tomar dos unidades y el transbordo significaba recorrer caminando el centro histórico que no está habilitado para ello.
Experimenté en carne propia la transformación. Pronto las rutas del Va y Ven comenzaron a circular por toda la ciudad de Mérida. La primera vez que subí a uno de ellos no pude evitar comparar. Los anteriores camiones eran sumamente excluyentes, había personas de avanzada edad que no podían abordarlo y mucho menos quienes tuviesen algún tipo de discapacidad motriz. Ahora, las nuevas unidades tienen piso bajo para que toda persona pueda subir sin problema.
Es también un gran avance que las unidades cuenten con aire acondicionado y conexión wifi. Si llevas bicicleta la puedes montar en el rack frontal, tiene rampa para sillas de ruedas o carriolas y cuenta con asientos preferenciales para personas mayores, para mujeres, así como información en sistema braille. El pago con tarjeta y la aplicación también son ventajas que agiliza las operaciones.
No tengo duda que el salto fue abismal. Me agrada además la rapidez con la que se viene implementando el sistema. Hay quienes lo interpretan como un proyecto de marketing político más estético que funcional. Mi percepción al respecto es que sí bien, ha sido precipitado y con mucha carga mercadotécnica, pero habrá que reconocer que ha funcionado, a pesar de las fallas. Muchas ciudades pasan años planeando sin lograr materializar proyectos similares. La estrategia en Mérida fue acertada, primero se adquirió una numerosa flotilla de vehículos, muy vistosos como el Ie-tram (único sistema eléctrico en su tipo en América Latina) y paulatinamente se han venido modificando en función de los resultados. Esto le ha dado bastante flexibilidad al proceso de implementación.
El Va y Ven de Mérida ya es referencia nacional. Ahora sigue resolver el complemento del viaje de los usuarios de transporte público que generalmente lo hacen caminando y para lo que Mérida todavía le debe mucho a su ciudadanía. Pero este es tema para la siguiente columna.
Sigamos conversando: juancarlosrojo@uas.edu.mx