El trabajo sexual masculino en Mérida, una realidad a menudo invisibilizada, enfrenta una exposición constante a la violencia física, económica y a riesgos significativos de contagio de enfermedades como el VIH. Así lo revela el estudio “El trabajo sexual masculino en internet en Mérida”, liderado por la investigadora Ligia Vera Gamboa.

Para Vera Gamboa, la comunidad científica tiene una deuda pendiente con los trabajadores sexuales. De esa premisa nace el estudio, en el que aborda una realidad que, aunque ha evolucionado con el tiempo y la tecnología, sigue cargando con el peso de prejuicios sociales y riesgos de salud.

La relación entre el trabajo sexual masculino y el VIH, explicó, sigue siendo un tema de importancia, aunque hoy en día se aborda de manera diferente en comparación con los primeros casos de la enfermedad.

La Dra. Vera destacó que, pese a los avances en la prevención y tratamiento del VIH, el trabajo sexual continúa siendo visto como una actividad clandestina, sumida en la sombra del estigma social.

“Esto ha llevado a que la sociedad en general, e incluso la comunidad científica, no aborden de manera abierta y sistemática las problemáticas que afectan a los trabajadores sexuales masculinos”, señaló en entrevista con 24 HORAS Yucatán.

El estudio expone que, en el escenario actual, la globalización y el avance de la tecnología han transformado la “industria del sexo”, facilitando que los trabajadores sexuales masculinos utilicen plataformas digitales y aplicaciones para negociar encuentros.

“Si bien esto ha permitido una mayor autonomía, también ha traído nuevas formas de vulnerabilidad. La falta de redes sociales de apoyo y la exposición a situaciones de violencia, así como la coerción hacia prácticas de alto riesgo, son algunos de los desafíos que enfrentan estos trabajadores”, advirtió la académica.

Un hallazgo del estudio es que, más allá de la identidad de género, son las prácticas sexuales específicas las que constituyen el riesgo potencial para la adquisición del VIH.

“Esto se observa tanto en hombres cisgénero como en personas transgénero que participan en el trabajo sexual, confirmando que la vulnerabilidad frente al VIH no está vinculada únicamente a la identidad, sino a las condiciones en las que se lleva a cabo la actividad sexual”, precisó.

Para Ligia Vera, el trabajo sexual masculino, especialmente en contextos donde la tecnología facilita la intermediación, no se puede entender sin considerar los determinantes sociales y económicos que lo impulsan. Según la investigadora, el factor económico es uno de los principales motores que lleva a los hombres a optar por esta forma de trabajo.

“Para las personas trans, la situación es aún más crítica. La falta de aceptación social, combinada con la discriminación en el ámbito laboral, hace que el trabajo sexual se convierta en una de las pocas opciones viables para su sobrevivencia”, detalló.

La Dra. Vera Gamboa y su equipo se centraron no solo en documentar los desafíos que enfrentan los trabajadores sexuales masculinos, sino también en comprender las estrategias de prevención y seguridad que estos emplean para protegerse.

Durante el estudio, se proporcionó a los participantes información sobre el VIH y otras infecciones de transmisión sexual (ITS), además de facilitarles el acceso a preservativos y pruebas de VIH.

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