La gentrificación continúa alterando el panorama urbano y social de la ciudad de Oaxaca, una realidad que se refleja tanto en las calles como en la vida cotidiana de sus habitantes.
Las paredes de la ciudad, cubiertas de carteles en inglés que promocionan bienes raíces, talleres y galerías, conviven con el arte urbano que denuncia el encarecimiento de la vivienda, la falta de acceso a servicios básicos y el desplazamiento de las comunidades locales.
El geógrafo Luis Alberto Salinas Arreortua, investigador del Instituto de Geografía de la UNAM, ha estado estudiando este fenómeno y sus repercusiones. Salinas explica que la gentrificación es un proceso de reestructuración social que favorece a sectores con mayor capacidad económica, quienes se apropian de espacios urbanos con cualidades atractivas, como áreas verdes, infraestructura y oferta cultural.
“Este proceso responde a las políticas de vivienda que benefician a las grandes inmobiliarias y empresarios del sector”, señala Salinas. Como resultado, los habitantes originales, afectados por el aumento de los costos de alquiler y servicios, se ven forzados a abandonar sus hogares.
FOTOS: CAROLINA JIMÉNEZ/CUARTOSCURO.COM
La transformación de barrios enteros implica la remodelación de viviendas, la construcción de edificios y la llegada de nuevos comercios, cambios que favorecen a personas con ingresos medios y altos. Sin embargo, estas modificaciones también están erosionando el tejido social de Oaxaca, al reemplazar a las comunidades tradicionales por nuevas dinámicas urbanas que priorizan el capital sobre la cultura local.
El fenómeno, que inicialmente afectaba a las grandes metrópolis, ha llegado a ciudades como Oaxaca, donde la riqueza cultural se convierte en un atractivo comercial. A medida que el proceso avanza, el debate sobre el impacto de la gentrificación se intensifica, evidenciando la necesidad de políticas más inclusivas que protejan a las comunidades locales y su derecho a la ciudad.