Margarita Vargas Gaviria, mejor conocida como Margarita “La Diosa de la Cumbia”, ha conquistado los escenarios con su voz y energía musical durante décadas. Sin embargo, pocos conocen la otra pasión que ha cultivado en silencio: la pintura. Margarita debuta como artista plástica con su primera exposición titulada Margarita ‘La Diosa de la Cumbia’ debutará como artista plástica en Mérida” que estará abierta al público a partir del 17 de agosto en el Gran Museo del Mundo Maya (GMMM).
La exposición reúne más de 60 piezas que destacan por su exploración de la figura femenina. A través de estas obras, la artista muestra su versatilidad al utilizar una amplia gama de técnicas y materiales que, según sus palabras, “reflejan la diversidad de sentimientos y emociones que experimenta el ser humano”.
“Esta es una faceta muy personal, muy mía, que hasta ahora había mantenido en privado. Sentí que era el momento oportuno para mostrar mi arte. Estas obras son un reflejo de mi alma, de lo que siento en lo más profundo de mi ser. Por eso, la exposición lleva por nombre ‘Mi reflejo’, porque en cada pincelada que doy, me estoy viendo a mí misma”.
El rostro femenino es el tema central de la exposición. La autora explicó que su interés por este tema no es casualidad, sino una reflexión sobre la dualidad de la naturaleza humana:
“Todas las personas tenemos un lado femenino, independientemente del género. Eso es algo que siempre he sentido y que quería expresar a través de mis obras. Las mujeres que pinto no solo representan la feminidad, sino también la fortaleza, la vulnerabilidad, la diversidad y la belleza de la humanidad”, sentenció.
Margarita se detuvo a describir algunas de las características recurrentes en sus pinturas, como los ojos expresivos y las variadas etnias que representan:
“Me fascina el maquillaje, en particular cómo realza la mirada. Los ojos, para mí, son la ventana al alma. A través de ellos podemos ver una gama de emociones: amor, tristeza, miedo, determinación, e incluso esperanza. En esta exposición, he intentado capturar esas miradas, porque creo que nos recuerdan nuestra capacidad de empatizar y conectar con los demás.”
La exposición, contó, también se ha convertido en un tributo a su madre, quien falleció recientemente.
“Nunca planeé que la exposición fuera en memoria de mi madre”, confesó. “Pero sucedió de una manera que solo puedo describir como una ‘diosidencia’, como esas cosas que ocurren por obra divina. Mi madre falleció hace poco más de un mes, y aunque ya tenía algunas de estas pinturas terminadas, no sabía que iba a presentar esta exposición tan poco después”.
Para Margarita, esta coincidencia le ha permitido canalizar su dolor y transformar su pérdida en una celebración de la vida y el legado de su madre.
El vínculo de Margarita con Yucatán es mucho más que artístico. Durante el encuentro recordó un momento crítico en su vida, cuando su hijo fue diagnosticado con cáncer y fue tratado en Mérida.
“Gracias a Dios, aquí lo curaron, y eso creó un lazo especial entre mi familia y esta tierra. Mientras él pasaba por sus quimioterapias, yo pintaba. La pintura fue una forma de procesar lo que estaba pasando, de lidiar con el dolor y el miedo”, expuso.
Fue en ese momento, contó, cuando comenzó a pintar rostros que, según ella, reflejaban su estado emocional:
“Pintaba mujeres con la boca tapada, mostrando solo sus ojos. Era como si intentara decir algo sin palabras, usando la pintura como mi voz. Ahora, en esta exposición, esos rostros ya no tienen la boca tapada; ahora están completos, mostrando toda su expresión”, concluyó.
Este texto ahora está corregido para cumplir con las normas ortográficas y gramaticales del español mexicano, asegurando claridad y precisión en la redacción.