En la majestuosa Catedral de San Idelfonso en la capital del estado, este miércoles en punto del mediodía se vivió una celebración llena de profunda devoción, solemnidad y gratitud, con motivo del 23 aniversario de ordenación episcopal y el 44 aniversario sacerdotal de Monseñor Gustavo Rodríguez Vega, arzobispo de Yucatán.

La Eucaristía, que reunió a sacerdotes y feligreses, fue un emotivo testimonio de la fe y dedicación de un hombre al servicio de la Iglesia.

Desde el primer instante, se respiraba un aire de recogimiento. Monseñor Rodríguez Vega, con su habitual serenidad, dirigió la homilía, reflejando la humildad y el agradecimiento que lo caracterizan. 

“Gracias a todos y cada uno de los aquí presentes por acompañarme en este día para pedirle perdón al Señor por todos los pecados, por todos mis errores y también para darle gracias por estos dos aniversarios”, expresó con voz firme pero emotiva.

La homilía estuvo marcada por la reflexión sobre su trayectoria, recordando con especial cariño a sus compañeros de ordenación sacerdotal en 1980, el Padre Juan Enríquez Reyes y el Padre José Guadalupe Olivares, quienes, aunque ausentes, estuvieron presentes en sus oraciones. 

El ambiente en la Catedral era solemne, con rostros que reflejaban la admiración y el respeto hacia un hombre que ha dedicado su vida a la Iglesia. Incluso se restringió la entrada a los turistas que en ese momento fueron a conocer este icónico inmueble enclavado en el corazón del Centro Histórico de Mérida. 

Los feligreses, muchos de ellos con años de conocer y seguir el ministerio de Monseñor Rodríguez Vega, escuchaban atentamente cada palabra, como si en cada frase encontraran un eco de su propia fe. 

Monseñor Gustavo Rodríguez Vega, nacido en Monterrey en 1955, ha recorrido un largo camino desde su ordenación sacerdotal en 1980 en la Basílica de la Purísima Concepción. Su vocación lo llevó a Roma, donde estudió en la Universidad Gregoriana, y a su regreso, dedicó años a la formación y evangelización en el Seminario de Monterrey.

Fue en 2001 cuando S.S. Juan Pablo II lo designó Obispo Auxiliar de Monterrey, dando inicio a su ministerio episcopal que lo llevaría por diversos lugares, siempre con la misma entrega y devoción.

Durante la misa, Monseñor Rodríguez Vega no dejó de expresar su gratitud hacia aquellos que lo han acompañado en su camino, destacando la presencia de Monseñor Víctor Cáravez, quien recién fue ordenado obispo, y de Monseñor Luis Alfonso Tut, próximo a partir hacia Oaxaca. Estos gestos de agradecimiento reflejaron la cercanía y el cariño que Monseñor ha cultivado a lo largo de su vida.

Al concluir la Eucaristía, los presentes se unieron en una oración compartida, pidiendo por la salud de Monseñor Rodríguez Vega y por la continuidad de su ministerio. También trascendió que el prelado, luego de la celebración sostuvo una reunión con los sacerdotes invitados que ocuparon las primeras filas del templo.

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