ALBERTO PELÁEZ
Alberto Peláez

¿Tan difícil es entender que el poder no es para siempre? La esencia de la democracia es la alternancia. Y es la esencia porque el poder del pueblo, representado en los diputados y senadores, es el que tiene realmente la voz de mando. Generalmente se comprende salvo aquellos que quieren detentar el poder para siempre, independientemente de las urnas.

Se le define como la erótica del poder, esa seducción que hace que uno se aferre como si fuera su dueño, su amo, el señor de un país. En otras palabras, es un dictador con todos los fonemas.

En Venezuela se está viviendo eso. A pesar de la evidencia palpable de que las actas revelan que Nicolás Maduro perdió; a pesar de que la Comunidad Internacional por fin parece que está abierta a abrir los ojos, Nicolás Maduro se aferra al poder como si fuera lo último que va a hacer en su vida. Y es que a lo mejor es lo último que hace. Si el próximo presidente es Edmundo González Urrutia, no tendría más remedio que dejar que la justicia venezolana siguiera su curso. Sobre Nicolás Maduro, ese terrible dictador, pesan muchos delitos, algunos de ellos de lesa humanidad. Sería muy factible que Maduro y sus correligionarios terminaran en la cárcel.

Lo que el siniestro personaje debería hacer ante su palmaria derrota y la victoria de Edmundo González Urrutia, es reconocerla. Entonces Maduro debería intentar negociar para que su paso por prisión sea lo menos difícil posible. Sin embargo, Nicolás Maduro debe tener muy claro, que tarde o temprano el villano, el dictador, el autarca, el tirano Nicolás Maduro, terminará entre rejas. Sólo así la palabra democracia tendrá sentido en Venezuela. No es algo que uno quiera. Es algo que lo dictamina la justicia.

      @pelaez_alberto

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *