“Cuando una persona no se alimenta bien, se va empobreciendo intelectualmente”, sentenció Segismundo Lucidi en relación al panorama alimentario en Yaxcabá, debido al consumo de comida chatarra.
El director de la asociación “El Hombre Sobre la Tierra” advirtió sobre esta alarmante situación que deja a su paso infantes con bajo peso, desnutrición, anemia e incluso muertes prematuras.
“En las comunidades hay días en los que se puede comer bien, días en los que se come mal, y otros en los que se come de manera insuficiente”, comentó el activista, cuya asociación ha abordado estos temas en Yucatán durante los últimos 30 años.
Dijo a 24 HORAS Yucatán que, para afrontar esta situación, es fundamental mejorar la producción del campo independientemente de los programas estatales o federales: “Esta producción permite automáticamente optimizar la alimentación de los niños, de la familia y la economía también, pues pueden comercializarse excedentes”.
En Yaxcabá, precisó Lucidi, hay días en los que los niños y las niñas comen bien, como en días de fiesta, en días de cosecha, o cuando el papá va de cacería y trae algún animal del monte para comer en la casa. “Pero a lo largo del año son más los días en los que los niños no cuentan con una alimentación completa”, lamentó.
Muchos niños, condenó, van a la escuela llevando consigo un pedazo de pan francés y un poco de Coca-Cola o leche con chocolate, lo que ocasiona, según su experiencia, que muchos de ellos tienden a dormirse durante las clases, situación que eventualmente deriva en un bajo rendimiento académico: “Y pensamos que es porque están desvelados, pero no, la realidad es que sucede porque están desnutridos”, aclaró.
Por un lado, consideró, la producción local se ha disminuido a lo largo de los años, y lo que era una autosuficiencia alimentaria hace 30 o 40 años hoy está desapareciendo debido a factores como el cambio climático y sus consecuencias, como huracanes, sequías e inundaciones, así como la presencia de plagas.
“Pero también hay un abandono de la gente joven del campo que migra hacia Mérida o al corredor turístico de Quintana Roo, y las mamás se quedan en el pueblo, a veces con dos niños, a veces con ocho”, subrayó. Entonces, prosiguió, esperan el sábado que el papá regrese con dinero (en el mejor de los casos) y la comida chatarra está “a la orden del día”.
Específicamente en Yaxcabá, el 63.31 por ciento de los pacientes atendidos por el DIF han presentado algún nivel de desnutrición.
Una de las problemáticas, señaló Segismundo Lucidi, es la falta de información, pues en muchas ocasiones las madres de familia acuden a las tiendas a comprar “jugo” que no es más que agua con colorante y azúcar. “Ellas no están enteradas de esto ni de sus consecuencias”.
Después, precisó, se genera dependencia a productos como la Coca-Cola, y ellos piensan que estos alimentos son mejores de lo que ellos pueden ofrecer. Esto, calculó, ocurre en un 60 por ciento de las familias yucatecas.
A lo largo de 30 años de trabajo en comunidades, Segismundo ha visto cómo esta situación se ha agravado año con año y empeora cuando no solo es el papá quien migra a la ciudad, sino también la mamá. “Nadie se preocupa por educar a la mamá y al papá en que esos alimentos no sirven”.
Que tomen en serio la mejora de la producción
Ante esta situación, “El Hombre Sobre la Tierra” exhorta a que las autoridades tomen en serio la mejora de la producción agrícola, y no solo esa, sino también la de pequeñas especies como aves, ovinos y cerdos.
“Hemos ayudado a la gente a proteger sus solares con malla ciclónica por el problema de los animales; y también en las milpas hemos contribuido a recuperar especies que se han ido perdiendo en los últimos 15 o 20 años”, dijo.
Segismundo Lucidi reconoció que estas acciones, si bien han contribuido, no han resuelto el problema: “Pero hemos iniciado un camino del que cualquier persona que visite Yaxcabá puede notar la diferencia”.
Otro de los trabajos que han hecho en el municipio, abundó, es la promoción de la revalorización gastronómica a fin de combatir la idea de que “lo de la ciudad es mejor que lo del campo”.
“En Yucatán, un sitio al que los norteamericanos llaman ‘un invernadero natural’, de enero a junio se puede producir todo tipo de hortaliza, desde berenjenas pasando por tomate, pepino y betabel; y cuando empieza la temporada de lluvia tenemos maíz, frijol, calabaza y chile”.
La clave, apuntó, es ayudar a la gente a proteger sus cultivos, a tener un sistema de riego, a no usar fertilizantes, sino microorganismos y abonos orgánicos. “Esto tiene un impacto, primero que nada, en los niños”.
Otro de los exhortos de la asociación es que sí se hagan los desayunos en las escuelas, pero que exista mayor coordinación y atención a lo que se les ofrece a los niños: “Que se cuente con gente que acompañe la preparación de los alimentos”, concluyó.