En el primer domingo de la temporada veraniega, el malecón de Progreso y sus alrededores lucieron abarrotados de visitantes ávidos de disfrutar de las playas y amenidades que el puerto tiene para ofrecer.
Palapas y restaurantes registraron llenos totales, y los prestadores de servicios se dijeron satisfechos ante la afluencia que propició el arranque de la que para ellos representa la mejor época del año en términos económicos.
Pasado el mediodía, la carretera Mérida-Progreso registró una afluencia superior a la cotidiana, con vehículos cargados de familias dirigiéndose hacia esa zona de la costa yucateca.
Al llegar al entronque, algunas se desviaron hacia Chelem, otras a Chicxulub, y la gran mayoría, según se observó, tenía como destino el malecón de Progreso, en donde restauranteros hicieron “su agosto” en pleno julio.
El primer contacto al arribar al puerto se tiene con los llamados “viene viene”, quienes aprovechan la temporada para asignarse calles y cobrar por adelantada la vigilancia del vehículo, monto no menor a 20 pesos que los conductores pagan sin aspavientos a fin de que los franeleros garanticen la integridad de su unidad: “No me voy hasta que se vayan todos mis coches”, asegura una de ellas con el clásico paño rojo entre los dedos.
Una vez en el malecón, trabajadores de los restaurantes que pueblan la emblemática arteria invitan a los visitantes a ocupar alguna de sus mesas, ya sea en la zona de la playa o en sus respectivos locales. Menú en mano, estos meseros tratan de convencer a la concurrencia de la autenticidad de su mercancía: “Aquí sí le damos mero, puede pasar a checarlo”, aseguran al invitar a los potenciales comensales.
El comercio informal también tiene espacios en el malecón de Progreso. Vendedores de papagayos, cocos, esquites y micheladas aprovechan la temporada para poner el pan sobre la mesa. Tal es el caso de “Chaparro”, quien espera el verano todo el año para comercializar cremitas y cocos fríos detrás de un puesto improvisado con una mesa de Coca-Cola y un toldo.
“Claro que esperamos las vacaciones para que vengan de Mérida y otros lados a consumir nuestros productos. De otro modo, uno tiene que buscarse la vida en otros lados; sí esperamos que esta temporada venga buena. La del año pasado estuvo bien, pero siempre tenemos la esperanza de que la siguiente venga mejor”, sentenció el comerciante mientras empuñaba una coa para partir un coco.
En uno de los pasillos, poco antes de llegar a la glorieta de “La Casa del Pastel”, está la “Feria de la Torta de Kibi”, un platillo que a últimas fechas ha cobrado relevancia en Progreso al punto de que el ayuntamiento tuvo a bien organizarle su propio evento. Una larga hilera de personas aguarda por esta codiciada botana rellena de queso de bola o carne molida.
Pero ahí no es el único lugar en donde la gente forma filas, pues los expendios de cerveza también son sitios en los que las personas esperan por pagar este producto, uno de los más demandados a lo largo del malecón progreseño, según lo observado. De acuerdo con el encargado de la agencia, un domingo de temporada les procura más del doble de ganancias que un fin de semana común.
Distribuidos a lo largo del malecón figuran los “palaperos”, que ya no ofrecen palapas, sino sombrillas con opción a camastro o sillas. Ellos también hacen su lucha a fin de atraer a la clientela ofreciendo estos espacios a precios que oscilan entre 200 y 300 pesos, para ocuparlos hasta las 18 horas.
Sin duda, hoy la atracción más visitada de Progreso es la escultura de Poseidón. Se supo que autoridades federales “clausuraron” la pieza que se erige a 25 metros de la costa, mar adentro; sin embargo, decenas de personas continúan visitándola y sacándose fotos con ella. Contra todo pronóstico, la deidad griega continúa en la preferencia de los visitantes del puerto