Los fenómenos hidrometeorológicos “Debby”, “Ernesto”, “Francine” y “Gordon” serían los próximos en formarse en el océano Atlántico, según el Centro Nacional de Huracanes (NHC).
En total, se anticipa la formación de entre 15 y 23 tormentas con vientos sostenidos superiores a los 62 kilómetros por hora.
La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA) señaló que la temporada de huracanes de 2024 en el Atlántico podría ser una de las más intensas y activas registradas.
Esta predicción se basa en una confluencia de factores que favorecen la formación de tormentas.
Las temperaturas anormalmente elevadas de este año están proporcionando el combustible necesario para la formación anticipada de tormentas.
El huracán Beryl fue el primer huracán de gran intensidad registrado en junio, formándose más al este en este mes desde que se llevan registros.
Este fenómeno pone en evidencia cómo el calor extremo está generando desastres meteorológicos a nivel global.
En la región del Atlántico se han originado algunos de los huracanes más destructivos de la historia.
Aunque tradicionalmente estos eventos se intensifican a mediados de agosto, las temperaturas anormalmente elevadas de este año están proporcionando el combustible necesario para la formación anticipada de tormentas como ocurrió con Beryl.
México, con su extensa línea costera, es especialmente vulnerable a los huracanes, que son sistemas tormentosos de gran escala que se forman sobre aguas cálidas y tienen el potencial de causar daños extensos a través de vientos fuertes, lluvias intensas, inundaciones y marejadas ciclónicas.
El Servicio Meteorológico Nacional (SMN), en coordinación con la Comisión Nacional del Agua (Conagua), ha puesto especial atención en el monitoreo y análisis de los huracanes, advirtiendo sobre la posibilidad de impactos significativos tanto en las costas del Pacífico como en las del Atlántico, incluyendo el Golfo de México y el Mar Caribe.
La vigilancia constante de estos fenómenos es crucial para prevenir y mitigar daños a la población y la infraestructura.
Además de los ya mencionados, otros de los nombres de los fenómenos que se formarían en el Atlántico son Helene, Isaac, Joyce, Kirk, Leslie, Milton, Nadine, Oscar, Patty, Rafael, Sara, Tony, Valerie y William, según informó el NHC.
La NOAA ha pronosticado que de las 8 a 13 tormentas que podrían convertirse en huracanes, entre 3 y 5 de ellos serían huracanes mayores (categoría 3 o superior) en lo que resta de la temporada.
Hasta la fecha, se han registrado dos tormentas con nombre en la temporada de huracanes del Atlántico de 2024: Alberto y Beryl.
Los daños económicos de un ciclón
En México, algunos ejemplos notables son el huracán Alex en 2010, que afectó principalmente a Nuevo León y Tamaulipas, generando pérdidas económicas por 21 mil 500 millones de pesos.
Las inundaciones, los daños a la agricultura y la interrupción de la actividad comercial fueron los principales causantes de estos daños.
Otro ejemplo es el huracán Otis en 2023, que aunque no alcanzó la categoría de huracán en territorio mexicano, las lluvias torrenciales asociadas a este fenómeno provocaron daños económicos por 3 mil 100 millones de pesos en el estado de Guerrero. Los sectores más afectados fueron el turismo, el comercio minorista y la agricultura.
Se recomienda que las familias asignen un presupuesto de entre el 1% y el 3% del valor de su vivienda para la preparación contra huracanes.
La cantidad real que se necesita puede variar dependiendo de los factores específicos de cada situación.
La preparación y la respuesta efectiva ante estos fenómenos son esenciales para mitigar el impacto de los huracanes en las comunidades vulnerables.
Su formación fue “mucho más al este del Atlántico de lo que es habitual en esta época del año”, explica Andra Garner, climatóloga de la Universidad de Rowan.
Los fenómenos hidrometeorológicos Debby, Ernesto, Francine y Gordon serían los próximos en formarse en el océano Atlántico, según el Centro Nacional de Huracanes (NHC). En total, se anticipa la formación de entre 15 y 23 tormentas con vientos sostenidos superiores a los 62 kilómetros por hora.
Expertos señalan que la vigilancia constante de estos fenómenos es crucial para prevenir y mitigar daños a la población y a la infraestructura.
Entre las recomendaciones que piden las autoridades, están la de asegurar las casas contra vientos fuertes y lluvias intensas, proteger ventanas con paneles de madera, limpiar desagües y tener un suministro de emergencia a la mano.
En cuanto la familia debe establecer un plan de evacuación, tener puntos estratégicos, mantener documentos esenciales en un lugar seguro, así como reconocer las necesidades de personas de la tercera edad, discapacitados y mascotas.
Durante el huracán se debe mantener informado, seguir las órdenes de evacuación, refugiarse en una habitación interior, usar linternas en lugar de velas; después del fenómeno se tiene que evaluar los daños, aprovechar los recursos disponibles y usar equipo de protección durante la limpieza.
PRONÓSTICO
La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA) señaló que la temporada de huracanes de 2024 en el Atlántico podría ser una de las más intensas y activas registradas.
De acuerdo con los especialistas, esta predicción se basa en una confluencia de factores que favorecen la formación de tormentas, como las temperaturas anormalmente elevadas de este año que están proporcionando el combustible necesario para la formación anticipada de tormentas y ciclones.
El huracán Beryl fue el primer huracán de gran intensidad registrado en junio, desde que se llevan registros, pues históricamente estos fenómenos se han registrado, al menos en los últimos 10 años, en agosto, septiembre y octubre.
Los meteorólogos advierten que es la evidencia, de cómo el calor extremo está generando desastres meteorológicos a nivel global.
En la región del Atlántico se han originado algunos de los huracanes más destructivos de la historia.
También señalan los expertos que México, con su extensa línea costera es especialmente vulnerable a los huracanes, que son sistemas tormentosos de gran escala que se forman sobre aguas cálidas y tienen el potencial de causar daños extensos a través de vientos fuertes, lluvias intensas, inundaciones y marejadas ciclónicas.
Para esta temporada, el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), en coordinación con la Comisión Nacional del Agua (Conagua), ha puesto especial atención en el monitoreo y análisis de los huracanes, advirtiendo sobre la posibilidad de impactos significativos tanto en las costas del Pacífico como en las del Atlántico, incluyendo el Golfo de México y el Mar Caribe.
Además de los ya mencionados, otros de los nombres de los fenómenos que se formarían en el Atlántico son Helene, Isaac, Joyce, Kirk, Leslie, Milton, Nadine, Oscar, Patty, Rafael, Sara, Tony, Valerie y William, según informó el NHC.
La NOAA ha pronosticado que de las ocho a 13 tormentas que podrían convertirse en huracanes, entre tres y cinco de ellos serían huracanes mayores (categoría tres o superior) en lo que resta de la temporada.
Hasta la fecha, se han registrado dos tormentas con nombre en la temporada de huracanes del Atlántico de 2024: Alberto y Beryl.
Daños económicos
En México, el huracán Alex en 2010, que afectó a Nuevo León y Tamaulipas, dejó pérdidas por 21 mil 500 millones de pesos.
El huracán Otis en 2023, que aunque no alcanzó la categoría de huracán en el país, las lluvias torrenciales asociadas a este fenómeno provocaron daños por tres mil 100 millones de pesos en el estado de Guerrero. Los sectores más afectados fueron el turismo, el comercio minorista y la agricultura.