En medio de una atmósfera marcada por la polarización y un afán por recuperar terreno electoral, Joe Biden ha anunciado una nueva política de asilo que permitirá que cónyuges e hijos indocumentados de ciudadanos estadounidenses, soliciten la residencia permanente sin tener que salir del país.

Esta medida, aunque beneficiosa y aplaudible en términos sociales y humanitarios, parece estar motivada por aspectos tanto políticos como económicos que no debemos pasar por alto.

Desde la perspectiva económica, la inmigración ha sido clave para Estados Unidos, dada la alta contribución de este sector a las arcas federales. Sin embargo, también ha supuesto una alta presión para los gobiernos estatales y locales, especialmente en áreas como la educación pública o la asistencia social; lo que ha hecho del equilibrio entre beneficios y costos de la inmigración un tema de debate constante en la contienda.

Desde el punto de vista político y ante el inminente debate presidencial, es crucial reconocer la estrategia detrás de esta nueva medida de asilo. En un año electoral donde la reelección de Biden y el retorno de Trump a la Casa Blanca están en juego, el voto latino se ha convertido en el trofeo más deseado, pues este sector tiene el potencial de inclinar la balanza hacia el bando demócrata o republicano –un hecho que ambos bandos reconocen plenamente.

En ese marco, es importante señalar que encuestas recientes indican que un 59% de los votantes latinos respaldaría a Biden en un enfrentamiento directo con Donald Trump, quien obtendría un 39% de apoyo. No obstante, estos porcentajes se reducen al 47% y 34%, respectivamente, si un tercer candidato entra en juego. Esto se debe a que un 17% de los votantes latinos muestra interés en una alternativa fuera del bipartidismo tradicional.

Por lo que con cuatro millones de nuevos votantes latinos en este ciclo electoral, movilizar a este sector se vuelve vital, y las acciones tanto del equipo de Biden como del de Trump reflejan esta preocupación. Sin embargo, aunque se ha advertido un ligero cambio del voto latino hacia el Partido Republicano, los expertos se muestran escépticos sobre su significado. En ese sentido, la nueva política de asilo puede ser vista como un esfuerzo para recuperar este voto, ofreciendo una respuesta tangible a las preocupaciones de los inmigrantes y sus familias.

Ante tales circunstancias, la nueva política de asilo de Biden no es sólo una cuestión de derechos humanos y justicia social; parece ser también una estrategia económica y política en un año crucial para su reelección. De modo que al mantener a las familias unidas y facilitar el proceso de legalización, la administración busca equilibrar la balanza entre las necesidades económicas del país y las aspiraciones políticas de un electorado cada vez más diverso y exigente.

Por lo que en un contexto donde la economía y la inmigración son temas centrales, esta medida podría ser el movimiento decisivo que defina no sólo a quien encabezará el próximo gobierno, sino también el futuro político de Estados Unidos y la integración de este sector.

 Francisco X. Diez Marina

Consultor y profesor universitario

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