Fotografía: Cortesía

De acuerdo al nuevo pensamiento, la paternidad responsable y consciente requiere romper con estereotipos y mandatos sociales que limitan la expresión emocional de los hombres y perpetúan la violencia.

Es por eso que lejos quedaron las prácticas violentas y la figura del padre ausente que sólo se dedica a labores de proveedor sin involucrarse de manera activa en el cuidado y crianza de sus hijos. Ahora se busca una crianza basada en la ternura y en estar presente. 

Todos estos pensamientos son los que se visualizan en el taller "De compa a compa" del Ayuntamiento de Mérida ofrecen herramientas a los hombres para transformar sus relaciones familiares y de pareja, fomentando el diálogo y el respeto.  

Este grupo reflexivo, promovido por el Instituto de la Mujer de Mérida, busca crear espacios de conversación para hombres, facilitando herramientas para favorecer relaciones familiares y de pareja más igualitarias.  

Dos padres comparten sus experiencias sobre cómo han adoptado una nueva paternidad, alejada de regaños, violencia y ausencias. 

Javier Escalante, al cargar por primera vez a su hijo recién nacido, León, sintió sus miedos desvanecerse, transformándose en una gran responsabilidad y emoción por criar a su hijo de la mejor manera. Esta nueva etapa lo llevó a construir un hogar lleno de amor y recuerdos significativos. Javier y su pareja, Nallely Barrera, se esfuerzan por criar a León con apego seguro y una crianza basada en el amor y la ternura, alejándose de los estereotipos de la figura paterna violenta y ausente.  

A más de un año como padre, Javier recalca con más fuerza: “Es fabuloso. Todos mis miedos, dudas, se esfumaron. Es maravilloso”.  

Sin embargo, Javier ha observado desigualdades en la crianza y el apego emocional debido a las exigencias laborales y sociales. A pesar de estos desafíos, está decidido a romper con los patrones tradicionales, asegurando que su hijo crezca en un ambiente lleno de amor y apoyo incondicional. 

A sus 50 años, Daniel Horta Moreno decidió transformar su paternidad para no perder el vínculo con su hija. Participó en un taller de masculinidades donde aprendió a reconocer y trabajar en sus machismos. Este curso le permitió mejorar la comunicación con su hija, aprendiendo a ser más empático y a dejar de lado el control y la figura del patriarca.

Daniel reflexiona sobre cómo su educación estuvo marcada por la violencia y los estereotipos machistas, y ahora trabaja diariamente para cambiar estas actitudes. “Fui para empezar a conocer más todos los nuevos términos que hay con respecto a géneros, nuevas masculinidades. Tengo una hija de 19 años que es totalmente feminista. Entonces, hay que ponernos a estudiar para poder entender”, comenta.    

Al final, Daniel concluye que la paternidad es un acto de amor incondicional y un compromiso constante de aprendizaje y mejora para el bienestar de sus hijos y familias.

Abraham Bote

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