Ya sea como trabajo artesanal, artístico o arte popular, la actividad de escultura en madera es un oficio muy apreciado por los turistas y extranjeros en Yucatán, pero que despierta poco interés entre los jóvenes, asegura Eduardo Cámara Alonzo, escultor de madera.
“La artesanía en madera todavía sobrevive porque hay mercado, pero para piezas más detalladas, más artísticas y más elaboradas, quedamos muy pocos. Veo poca presencia escultórica en el estado”, advirtió el artista con 35 años de experiencia y tekaxeño de corazón.
Cámara Alonzo es un veterano escultor y tallador de madera que inició como operador de transporte de pasajeros y “una vez me arrinconó Dios con su iluminación divina para dedicarme a esto”, afirma aún sorprendido.
El artista fue sorprendido por 24 HORAS YUCATÁN mientras trabajaba en el tallado de una base de mesa denominada “El Arrecife”, una pieza en la que lleva un año de labor “día y noche”.
Con la raíz de un árbol de cedro, perfila varias especies marinas en torno a un banco de rica fauna en el que se pueden encontrar peces como chac-chi, rubia, canané, huachinango, mero, macabí, pega-pega (rémora), entre otros, así como tortugas, caracol, mantarraya, delfín, estrella de mar, pulpo y cucaracha de mar, sumando un total de 48 figuras.
La composición artística de “El Arrecife” advierte una lógica en el encuentro faunístico marino, tal y como se observa en la realidad de un banco de esta naturaleza regido por la raíz de un árbol de cedro, aun sin la experiencia vívida del artista ajeno y lejano a este ecosistema marino, al que solo imagina por documentales de TV.
“Pero esta escultura representa toda la cosmogonía maya, la historia de la creación del Universo de seres vivos y cultura maya. Es un tronco de árbol de pucté. Es una madera preciosísima, es la muestra de dos mundos con sus dos problemas: uno color maíz, amarillo como el oro, y el lado oscuro, el árbol sagrado de los mayas, de nosotros, de los antepasados”.
Una vez terminado, advierte, si alguien le interesa como está, así se lo lleva, pero también le llevará otros seis meses terminarlo, tal y como lo imaginó.
El escultor de 65 años de edad asegura que Yucatán tiene una gran riqueza forestal que, sin ponerse en riesgo, permite regalarle al mundo piezas cuyo trabajo e imaginación pueden ser muy bien valoradas por el ojo del extranjero.
Cámara Alonzo reconoce que hay muy poca gente que lo hace o los que hay no son tan buenos.
“Yo lo descubrí a los 30 años, en la calle, Dios me arrinconó y me preparó para algo, realizar un trabajo y de repente me dediqué a esto. Yo era chofer de autobús, operador y por allá empecé y agarré esto que nunca imaginé que podría ser la base de un cristal para mesa”.
Advirtió que le falta detallar todavía más, el precio es lo de menos, pero le gustaría verlo terminado.
“Mi trabajo en escultura se limita a tallar santos, cristos y vírgenes con la madera y otros materiales, me gusta trabajar la madera.
Hace 22 años que tengo esta raíz, me la regalaron en Dziuché, mi amigo Andrés Flota, se la cambié por un cayuco que yo fabriqué. Le regalé el cayuco y me dijo: ‘llévate la raíz’, hace 22 años.
Dijo que en la actualidad no tiene tantas piezas, porque en una sola pieza pretende sacar hasta 150 figuras y que va para una pieza de museo. Es una raíz de cedro que mide 1.70 por 1.10 m.