La elección de Claudia Sheinbaum como presidenta de México mantiene inclinada a la izquierda la balanza ideológica de América Latina, una región fragmentada que requiere consensos frente a sus múltiples desafíos, señalan expertos.
Sheinbaum, científica de 61 años, obtuvo una victoria aplastante para dirigir hasta 2030 la segunda economía latinoamericana después de Brasil, donde el también izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva cumple su tercer mandato.
Chile, Colombia, Guatemala y Honduras tienen igualmente mandatarios progresistas, mientras Bolivia, Cuba, Nicaragua y Venezuela están bajo regímenes radicales que se proclaman socialistas.
Primera mujer en ganar unas elecciones presidenciales mexicanas, Sheinbaum reemplazará desde octubre al popular Andrés Manuel López Obrador, primer mandatario de izquierda de México.
Debido a la continuidad del proyecto de AMLO, los contrapesos regionales no variarán.
“Probablemente no haya muchos cambios en el tablero político” regional bajo la presidencia de Sheinbaum, opina Michael Shifter, investigador del centro de análisis Diálogo Interamericano, con sede en Washington.
Incluso si “estuviera más comprometida que AMLO” con una visión de izquierda, “no es probable que su administración busque ejercer demasiada influencia sobre aliados afines”, añadió.
La razón: México mantiene “vínculos más profundos” con Estados Unidos, del que ahora es principal socio comercial tras desplazar a China, apunta Shifter.
Sheinbaum fue elegida con la promesa de preservar el legado de López Obrador, pero hay matices entre ambos que acercan más a la presidenta a una “izquierda progresista”, opina el escritor y analista Jorge Zepeda Patterson.
Mientras AMLO, de 70 años, es un “luchador social de extracción rural” con “rasgos tradicionales de la cultura mexicana”, Sheinbaum es una administradora pública de “clase media urbana moderna, mucho más cosmopolita”, explica.
De hecho, el presidente, que pregona un alto gasto social con austeridad fiscal, admite que su sucesora “se podría correr al centro y no habría problema”.
– Alternancia dominante –
América Latina comenzó a transitar hace dos décadas un camino de alternancia de poder marcado más por reclamos sociales que por ideologías, señala Marcela Ríos, directora para América Latina de IDEA Internacional, organización intergubernamental que promueve la democracia.
Salvo casos como el de México, “la alternancia es ahora norma en Latinoamérica”, donde “más que una orientación ideológica parece imperar una búsqueda de cambio por la decepción con gobiernos ineficaces en cumplir promesas”, explica la exministra de Justicia del presidente chileno, Gabriel Boric.
De 22 elecciones presidenciales celebradas en la región desde 2019, solo en cuatro hubo continuidad política, según un análisis de IDEA, en un contexto de bajo crecimiento y déficits sociales acentuados por la pandemia.
“Es positivo porque muestra que las instituciones electorales están cumpliendo su rol”, destaca Ríos.
Entre los cambios de signo resalta el de Argentina, con la llegada al poder del ultraliberal Javier Milei en 2023, en medio de una severa crisis económica.
También sobresale la reelección del presidente salvadoreño, Nayib Bukele, de corte conservador, gracias a su guerra contra las pandillas que intentan emular otros líderes latinoamericanos, igualmente en medio de dificultades financieras.
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