En el ejido de Santa Clara –localidad donde se encuentra el Semillero Creativo de Fotografía en Guaymas, Sonora– las personas realizan diferentes actividades: las mujeres suelen dedicarse al trabajo doméstico en zonas turísticas del municipio como San Carlos.
Los hombres manejan camiones de carga; las familias aprovechan el suelo y trabajan en la elaboración de ladrillos; algunas otras cultivan sus huertos; y hay quienes, por la ubicación de la localidad, llegan a vivir temporalmente para trabajar como jornaleros.
En este lugar donde la oferta cultural es poca y los servicios públicos son escasos, el Semillero Creativo ha significado para la niñez y las juventudes un espacio donde el aprendizaje artístico fortalece vínculos con personas que viven dentro y fuera de la región.
En una zona que por sus condiciones podría considerarse insegura o vulnerable, niñas, niños y jóvenes sienten la protección, el reconocimiento y el cuidado de la comunidad tan diversa que integra Santa Clara.
De ahí que, en sus salidas de campo al monte, en sus trabajos creativos y en sus exploraciones temáticas, el Semillero sienta el respaldo y el cobijo para hacerlo libremente.
Reconocer los rasgos culturales de la localidad ha sido una constante en las creaciones del Semillero de Fotografía en Guaymas; esta inquietud surgió al investigar sobre migración.
Cuando niñas, niños y jóvenes del Semillero abordaron el tema, descubrieron en sus historias familiares la complejidad del asunto: en muchos casos se trataba de desplazamientos forzosos causados por múltiples violencias; sin embargo, migrar también había hecho posible el encuentro cultural.
La exploración sobre su árbol genealógico permitió ver diversos orígenes familiares, por ejemplo, madres pertenecientes al pueblo yaqui y padres provenientes del sur. A partir de la reflexión sobre estas situaciones, niñez y juventudes del Semillero comprendieron su identidad como parte de un intercambio cultural que enriquecía su experiencia de vida.
Pero ¿qué pasaba con la experiencia de otras personas que habían llegado a Santa Clara? ¿Cómo era su experiencia? ¿De dónde habían llegado? ¿Qué extrañaban?
A través de videos donde niñas, niños y jóvenes entrevistaban a maestras y maestros de sus escuelas, el Semillero descubrió que, en la descripción de un platillo típico, en el recuerdo del lugar de origen y en la memoria de las experiencias foráneas había historias de vida.
Esta perspectiva propició una relación donde niñez y juventudes del Semillero aprendieron a ser empáticos con la dificultad de integrarse, entender o adaptarse a los cambios culturales de quienes llegaban a vivir a Santa Clara.
A esta experiencia sumaron la creación de stickers con frases de bienvenida a la entrada de la localidad para que las personas migrantes se sintieran recibidas.
Preguntarse sobre las experiencias migratorias labró el camino para pensar la interculturalidad: esa perspectiva donde ninguna cultura se subordina a otra y la interacción entre diversas identidades culturales es posible a través del diálogo y la integración.
Para desarrollar el tema creativamente, jóvenes del Semillero de Santa Clara fotografiaron su vestimenta, su gastronomía y paisajes, e invitaron al Semillero Creativo de Artes visuales en Chihuahua a realizar el mismo ejercicio y, de esta manera, intercambiar miradas. El diálogo dio como resultado el libro fotográfico Postales interculturales.
En este proyecto fueron claros, para la juventud de ambos estados, aquellos rasgos culturales que eran parecidos y aquellos que no. La actividad fue tan inspiradora que, posteriormente, otros Semilleros del país participaron en el intercambio.
Fue así como el Semillero Creativo de Producción Audiovisual en Mérida, Yucatán, y el Semillero Creativo de Fotografía en Guaymas, Sonora, intercambiaron por correspondencia una serie de postales con muestras de la cultura de ambas regiones.
“A ti, ¿qué es lo que más te gustó de Sonora?”, preguntó el promotor de Mérida en un video que realizó el Semillero Creativo de Producción audiovisual para agradecer la actividad. “Los chapulines y la vestimenta. Me gusta la vestimenta de vaquero”, respondió uno de los jóvenes.
En este ejercicio, niñas, niños y jóvenes del Semillero Creativo de Fotografía en el ejido de Santa Clara reconocieron el orgullo, por ejemplo, de mostrar cómo se hacen los ladrillos, de saber montar a caballo, de ser una localidad donde el verdor de la vegetación está presente, del olor a tierra mojada y capturar las diferentes tonalidades del atardecer sonorense.
Al mismo tiempo, se sorprendieron al encontrar relatos sobre otro tipo de clima u otro tipo de tradiciones como Hanal Pixán o “comida de las ánimas” que se realiza en Yucatán el Día de los Finados. De alguna manera, explica la docente de Guaymas, en todo ese intercambio salieron de viaje a través de algunas fotografías y su imaginación.
Finalmente, esta odisea en la cual niñas, niños y jóvenes del Semillero Creativo de Fotografía en Guaymas iniciaron un viaje para conocer y reconocer la diversidad cultural en el país culminó en un ejercicio de imaginación: máscaras hechas de yeso sobre las que plasmaron diferentes culturas que investigaron y de las cuales quisieran aprender más. Una actividad donde asomarse a conocer el horizonte cultural de otras regiones y latitudes amplía la mirada del mundo y permite abrirse, de manera empática y respetuosa, a la otredad.
Luego de un año de trabajar de manera intensa el tema de la interculturalidad, reconoce la docente del Semillero Creativo de Fotografía en Guaymas, algo ha cambiado en la niñez y las juventudes de Santa Clara: una franca curiosidad por las personas nuevas que llegan a la localidad o al Semillero, un deseo por integrarlas y descubrir en qué cosas se parecen, en que otras cosas no, y cómo pueden construir un verdadero diálogo.