Detrás de la dedicación y el amor en el cuidado de un ser querido hay una realidad que a menudo es abrumadora. A esto se le conoce como el síndrome del cuidador.
Esta condición afecta a aquellos que se encargan de cuidar a familiares enfermos, ancianos o con discapacidades, y puede tener consecuencias significativas para su salud física y mental.
La especialista en Geriatría del IMSS, Karina Ivette Llovera Mosqueda, indicó que el cuidador encargado de asistir a una persona que presenta alguna enfermedad tiene que afrontar una labor diaria que puede provocar un agotamiento físico y psicológico.
Algunos de los síntomas que se suelen registrar, son: dolores de cabeza o en otros puntos del cuerpo, irritabilidad, insomnio, tensión, dificultad de concentración, apatía, sentimiento de culpa y tristeza, pérdida de apetito, aislamiento social para dedicarse completamente a cuidar de la persona enferma, entre otros.
“Los cuidadores que experimentan un grado de estrés excesivo pueden llegar a poner en riesgo su salud, por ello la importancia de detectar este síndrome de manera oportuna y solicitar apoyo de especialistas”, agregó la doctora Llovera.
Algunas de las causas y factores que aumentan la probabilidad de desarrollar el Síndrome del cuidador, son: cuando la persona dependiente es un adulto mayor, conductas agresivas en el paciente, ausencia de apoyo por parte de otros familiares, falta de información en el cuidador y no tener una red de apoyo.
“Es importante mencionar que el riesgo de padecer este síndrome incrementa conforme a la gravedad de la enfermedad que padezca el paciente bajo cuidado, por ejemplo, cuando tiene demencia, cáncer, deterioro funcional, entre otros”, dijo la especialista.
El síndrome del cuidador se manifiesta de diversas maneras, desde el agotamiento físico hasta el estrés emocional.
Los cuidadores a menudo enfrentan una carga constante de responsabilidades, que incluyen tareas médicas, administrativas y emocionales. Esto puede llevar a la fatiga crónica, problemas de sueño, ansiedad, depresión e incluso a enfermedades físicas.
Para evitar el síndrome o colapso del cuidador es importante conocer la enfermedad y prestar atención a las señales de alarma, además de aplicar medidas de prevención, como por ejemplo:
Pedir y aceptar ayuda, contar con una red de apoyo, trabajar el autocuidado, comer saludable, realizar ejercicio, practicar técnicas de relajación, dormir las horas que sean necesarias, informarse sobre la enfermedad de la persona que atiende, establecer sus propios límites y de ser posible implicar a más personas en el cuidado del paciente.
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