El tema del documental Malqueridas, relacionado con mujeres encarceladas, sí aborda una temática universal y una emoción igual de universal, esto por un sometimiento patriarcal en el mundo, indicó a Quadratín la realizadora chilena Tana Gilbert, quien presenta este documental en el marco de la Gira de Documentales Ambulante.
La película, expresó, sí dialoga con una emoción universal y además con temática universal, “porque sabemos que en el mundo rige el patriarcado y la mujer madre en general es quien cría en la mayoría de los casos, sobre todo en Latinoamérica”.
De lo que se dieron cuenta con la película, dijo, es que en el fondo el estar privada una mujer de su libertad y empezar a maternar, lo que hace es que se vuelve muy complejo el cuidado con los hijos, y esta separación tiene efectos colaterales cada vez más fuertes, más complejos y más profundos.
En el fondo, expresó, una madre no cría a su hijo, y por encontrarse en la cárcel, este hecho provoca que ese hijo crezca con posibilidades de delinquir en el futuro.
Manifestó que empezaron a darse cuenta de todas estas temáticas y todo lo que implicaba también las razones de delinquir, porque en muchas ocasiones algunos delitos implican permanecer largas condenas en la cárcel.
Algunos de estos delitos como el tráfico de drogas, que tiene 12 años de condena, son muchos y si pensamos que hay mujeres que tienen hijos muy pequeños, de dos o tres años, ellas salen de la cárcel cuando sus hijos ya son mayores de edad, y se pierden básicamente de una parte importante de su vida.
Es algo que se repite, que muchas mujeres llegan por sus parejas, pero sobre todo pensando en el negocio familiar, porque el tráfico es una posibilidad de poder trabajar desde la casa y poder criar al hijo y dedicarse al hogar, “en general, las mujeres que conocimos tenían parejas pero no eran los padres de sus hijos, lo que pasaba era que en general la pareja invitó a deliquir y hacer otros delitos, no solo al tráfico”.
En el caso de Chile, expuso la realizadora, las mujeres no suelen usarse como ‘mulas’, no trasladan droga ni la portan, más bien la venden, “son pequeños espacios para la venta de la droga dentro de poblaciones, en lugares donde son más pobres, en lugares donde hay más peligro, en lugares donde la gente no tiene tanto acceso a la educación, entonces acá, las mujeres que trafican trabajan para narcotraficantes y venden desde sus casas”.
Agencia Quadratín