En palabras del exboxeador y asistente de Saúl Álvarez, Oswaldo Chávez, la relevancia adquirida del gimnasio a raíz del éxito de Canelo como profesional, ha provocado que incluso tengan que optar por sesiones públicas y a puerta cerrada, al llegar a tener entre 70 y 90 interesados en los horarios matutinos, combinados con clases más especializados de entre 10 y 15 alumnos en la tarde, para concluir con otra sesión nocturna y abierta que reúne a entre 40 y 60 alumnos de diversas edades.
“Los niños se acercan más porque saben que aquí surgió el Canelo y quieren estar en el lugar entrenó con la ilusión de convertirse en el próximo ídolo del boxeo como lo hizo él”, señaló Chávez quien hoy es también socio de Chepo Reynoso.
Establecido como uno de los gimnasios a vencer en territorio jalisciense y también a nivel nacional, este pequeño espacio dirigido aún por José Chepo Reynoso, se autoproclama como una cuna de los boxeadores más duros del país, con gran interés de jóvenes por entrenar y adentrarse en el boxeo dentro de dicho espacio.
Aunque el negocio forma parte de su giro como gimnasio, este recinto realiza una práctica de honestidad que ellos mismos reconocen con una de las tareas más importantes, ya que se preocupan en decirle -en tiempo y forma- a sus clientes cuando ya no tienen edad o las suficientes aptitudes para alcanzar un nivel profesional, anteponiendo su integridad por encima del negocio. “Es duro tomar estas decisiones pero más aún es la carrera como pugilista profesional”.
Con una escuela que integrantes del Julián Magdaleno describen como principal ingrediente el estilo defensivo, entrenadores del lugar enfocan buena parte de sus trabajos en esos movimientos de cintura y de evasión en los golpes contrarios, que muchas veces se reconocen de Saúl en sus duelos profesionales.
“Siempre se trabaja el cómo dar los golpes, pero nuestra principal escuela se basa en ese fundamento defensivo que nos ha inculcado históricamente Chepo Reynoso”.
Chávez considera que el boxeo aún mantiene una barrera económica para la mayoría de los pugilistas jóvenes que quieren dar el paso hacia el profesionalismo y aunque en dicho espacio muchas veces hay material que se les presta, los esfuerzos económicos de traslado o alimentación recaen netamente en los alumnos.
“Ser boxeador es difícil. El tiempo que le dedicas a esto es como el que le dedicas a la escuela, para que una vez que eres mayor y al graduarte, poder pelear por campeonatos”.
Pese a no ser una constante por parte de Saúl, en el Julián Magdaleno aseguran que es usual que previo a un combate del mexicano hay ocasiones que Canelo llega por sorpresa al gimnasio y saluda a algunos de los que tienen la suerte de estar en ese momento. “Él no se olvida de sus raíces y de este gimnasio. Tampoco del esfuerzo que a él le tocó hacer en sus traslados y no traer muchas veces dinero para sus materiales de trabajo”.
Daniel Paulino / 24 Horas