Imagen: AFP

Los disidentes de la extinta guerrilla FARC que siguen en armas en Colombia tiene un nuevo “rehén: la selva amazónica. Ordenando o impidiendo la tala, marcan el ritmo de la deforestación para presionar al gobierno ambientalista en las negociaciones de paz.

Cada árbol arrasado en el extenso bosque del sur del país tiene el visto bueno del denominado Estado Mayor Central (EMC), una organización ilegal de unos 3.500 miembros escindida de la histórica guerrilla.

Algunos de ellos rechazaron el acuerdo de paz de 2016 que desarmó al grueso de la que fue la guerrilla más poderosa del continente. La mayoría son nuevos reclutas que siguen controlando la selva pero esta vez la usan como herramienta de chantaje.

Así lo denunció la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, cuando alertó sobre un “pico histórico” de deforestación justo cuando las negociaciones de paz entre el Ejecutivo y el EMC pasan por su peor momento desde que se iniciaron a finales de 2023.

En el último trimestre de ese año y los primeros tres meses de 2024 la pérdida de selva aumentó un 41% y 40% respectivamente en comparación con el mismo periodo del año anterior, según Muhamad.

La ministra culpó al fenómeno climatológico de El Niño y a la mayor disidencia de las FARC de alentar esa actividad “como una forma de presión armada” contra el presidente Gustavo Petro.

“Se está poniendo a la naturaleza en la mitad del conflicto y esto es una violación al derecho internacional humanitario donde claramente” la “afectación al medio ambiente esta prohibida”, reclamó.

El aumento en las cifras de deforestación es un golpe para Petro, que el año pasado había celebrado la cifra más baja en un década, cuando Colombia perdió 123.517 hectáreas de bosque en 2022.

El 16 de abril el gobierno aseguró que el EMC se dividió en dos facciones y solo está negociando con la mitad de sus combatientes.

-De “defensores” a depredadores-

Bajo un discurso ambientalista, las FARC castigaban la tala e impedían la llegada de ganaderos a sus territorios antes de la desmovilización.

En realidad lo hacían “para montar campamentos” y “para mover tropas sin ser detectados por la inteligencia aérea”, explica a la AFP Bram Ebus, investigador del centro de estudios Crisis Group.

El Parque Nacional de Chiribiquete (sureste), declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco (2018), debe parte de su conservación a décadas de dominio de las FARC en el Amazonas.

La guerra mantuvo en secreto sus tepuyes, las grandes rocas de cientos de metros de alto y ancho que albergan más de 75.000 pinturas rupestres milenarias.

Tras el acuerdo de paz, el EMC inició la reconquista de la Amazonía, donde ahora ellos son el Estado de facto.

(FILES) A member of the Carlos Patino front of the dissident FARC guerrilla patrols next to coca crops in Micay Canyon, a mountainous area and EMC stronghold in Cauca Department, southwestern Colombia, on March 24, 2024. – Colombian guerrilla fighters, who long used kidnapping to raise cash and negotiate clout, have landed on a new type of “hostage”: the country’s vast Amazon rainforest. By allowing or preventing logging in areas under their control, fighters of the now-defunct FARC, who rejected a peace deal and remain in arms, set the pace of deforestation as a means of pressurizing the government in peace talks. (Photo by Raul ARBOLEDA / AFP)

En 2022, cuando los guerrilleros vieron que el entonces candidato Petro era “una opción real de poder”, fue cuando prohibieron la tala, explica Juanita Vélez, investigadora de la Fundación Conflict Responses.

El año pasado la ONG tuvo acceso a panfletos y audios en los que el frente Jorge Suárez Briceño del EMC ordenaba a las poblaciones dejar intacto el bosque. Pero con el paso del tiempo empezaron a usar los “momentos difíciles de la mesa” de negociaciones “para cambiar sus normas” y ordenar o permitir la tala.

“Entienden el tema ambiental como una forma de crear un discurso político que justifique” la “negociación con el Estado”, subraya Vélez.

© Agence France-Presse

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