El Centro Cultural Olimpo se convirtió en un observatorio para decenas de personas que quisieron ser testigos del fenómeno astronómico astronómico pues será hasta 2071, según la NASA, el evento estuvo organizado por el personal de la Sociedad Astronómica de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), el Planetario “Arcadio Poveda Ricalde” y el Museo de Historia Natural.
Los organizadores denominaron el evento “Observación del Eclipse Solar”, el cual fue gratuito y para toda la familia.
Durante el evento, se mostraron diversas formas seguras de observar el eclipse, como el uso de hojas con un hueco para dejar pasar la luz solar y proyectar la sombra de la luna en el suelo, el uso de lentes especiales y la oportunidad de ver el eclipse a través de telescopios con filtros.
La cita fue a las 11:25 horas, pero minutos antes ya había comenzado a llegar los interesados en este fenómeno, pues no querían perderse detalles de la explicación de los expertos, y conforme se acercaba la hora comenzó a verse a las personas haciendo cola para mirar a través de los grandes telescopios que se pusieron a disposición.
La dinámica del evento consistía en que el personal organizador entregaba lentes especiales mientras caminábamos hacia el patio central del Centro Cultural Olimpo.
Todos esperaban atentos las indicaciones de la guía sobre cuándo ponerse los anteojos, voltear a ver el sol y apartar la vista. La guía mencionó que el eclipse solo se podía ver durante un máximo de 20 segundos, y luego nos invitó a formar una fila para ver el eclipse a través de los telescopios.
Durante esta muestra, se recalcó en repetidas ocasiones que era posible volver a ver el eclipse si salían y se formaban en la fila de nuevo, y también se hizo hincapié en la importancia de descansar la vista para seguir disfrutando del fenómeno un mínimo de minutos.
Aunque no había un límite de tiempo para permanecer en las instalaciones, el recorrido tardó aproximadamente 20 minutos por grupo.
Alrededor de las 12:25 del mediodía, ya había ingresado un segundo grupo al recinto. Al finalizar su recorrido, me acerqué a una señora para preguntarle qué tal le había parecido la experiencia. Mi primera pregunta fue acerca del tiempo de espera al ingresar a las instalaciones y la espera a ver uno por uno en los telescopios a lo que ella me respondió:
“La espera suficiente porque habían dicho que iban a manejar un número límite de personas y el tiempo que nos dieron para ver el eclipse estuvo súper bien, yo emocionada porque no vi el anterior y este de aquí a que vuelva a pasar otro, aproximadamente tendré como 90 años, si no, ya viví la experiencia”.
Honestamente, me conmovió el impacto que estos fenómenos pueden tener en las personas, llevándolas a reflexionar sobre el sentido de sus vidas y despertando un deseo más profundo de vivir. Por ello, mi siguiente pregunta fue acerca de cómo se sintió al vivir esta experiencia. Ella respondió entre lágrimas: “Fue hermoso, me hizo llorar porque no sé si volveré a ver algo así”.
A este punto ella ya estaba llorando y Entre lágrimas y risas nerviosas le agradecí y me despedí deseándole la mejor vida posible
Después de despedirme de ella, me acerqué a una de las colaboradoras del evento para preguntarle cómo veía la afluencia de gente. Ella respondió: “Hemos tenido bastantes visitantes, mucha gente está interesada en venir, lo cual nos alegra mucho. Además, están siguiendo todas las indicaciones, así que todo ha ido muy bien.
También tuve la oportunidad de acercarme al biólogo Juan José Durán Nájera, coordinador general del Museo de Historia Natural del Ayuntamiento de Mérida, quien en ese momento comentaba a un grupo de personas que el próximo eclipse sería total y ocurriría en agosto de 2071.
Alrededor de las 12:40 del mediodía, noté que el último grupo había salido y no se permitía la entrada de otro hasta que ingresó un grupo de personas vestidas de blanco, entre las cuales se encontraba el alcalde Alejandro Catro Ruz, quien recorrió el lugar y salió sin más.
A las 1:05 ya había capturado suficientes fotos y videos, por lo que decidí salir del lugar. En el camino, vi a un joven con su hermano que llevaba unas cajas selladas con cinta, lo que despertó mi curiosidad. Me acerqué y les pregunté qué contenían. El joven respondió: “Es una caja para ver el eclipse sin dañar los ojos. Tiene un hueco para que pase la luz del sol y así se pueda ver la sombra de la luna.”
Les pregunté si preferían esa experiencia de lentes y telescopios o la observación casera, a lo que el joven respondió: “Soy feliz con mi cajita, pero me gusta más venir a ver el eclipse aquí.”
Esta última entrevista me hizo reflexionar sobre la importancia de estos espacios y la oportunidad que brindan no solo a las familias para vivir momentos inolvidables, sino también para impactar en la vida de los jóvenes al acercarlos a la astronomía y permitirles tener contacto con instrumentos no cotidianos, despertando así una gran curiosidad en ellos.