Mérida se vació de habitantes que se convirtieron este domingo en vacacionistas que aprovechando el puente de Semana Santa y huyendo del calor dominical se dirigieron a refrescarse a playas, parques acuáticos y cenotes de todos los rincones del Estado.
El ambiente de Domingo de Pascua esta mañana en Progreso, en el segundo fin de semana de la temporada vacacional de Semana Santa.
Por lo pronto, desde varios días antes era notorio lo despejado que se encontraban calles y avenidas de la capital meridana, aunque muchos también prefieren esperar hasta el sábado o domingo para realizar sus paseos recreativo, por respeto a las actividades de la Semana Mayor.
En la carretera era común ver vehículos repletos de personas, familias y grupos de excursionistas que se dirigían a los diferentes destinos turísticos de esta localidad.
Hasta hace unos años, los meridanos se dirigían principalmente a Progreso o a los puertos cercanos; Chelem, Chicxulub, Chuburná, Sisal y Telchac, pero con el tiempo, los cenotes se han convertido en interesantes opciones al contar con infraestructura y accesos para recibir visitantes.
Cuzamá, Homún y Abalá fueron los municipios con cenotes más socorridos por los meridanos, a decir por la cantidad de gente que acudió a cada uno de éstos, por su cercanía también con la capital del Estado.
Mientras tanto en Progreso, era común ver repletos restaurantes, loncherías y bares, principalmente los cercanos a los malecones, el tradicional y el internacional.
Las calles del Puerto también reflejaron la cantidad de vacacionistas llegándose a formar embotellamientos y calles cercanas a la zona comercial del Malecón, donde también fue insuficiente, incluso imposible, el logro de espacios para estacionamiento.
También hubo gran cantidad de camiones de pasajeros y autobuses llevando visitantes.
El pescado frito fue uno los platillos más buscados en restaurantes e improvisados puestos de venta, cuyo costo fluctuaba entre los 130 y 250 pesos el kg. Según el lugar.
Entre los productos de mayor demanda en Progreso, además de la comida fueron las sombrillas y donas salvavidas que los turistas nacionales llevaban a cualquier precio.