El ruido en el Centro Histórico (y otras zonas) de Mérida ha sido un añejo problema que todavía no se resuelve. Se recordará que vecinos, especialmente del primer cuadro de la ciudad, se han quejado en múltiples ocasiones del exceso de decibeles que producen los establecimientos contiguos a sus viviendas. A principios de año, presentaron más de 20 acciones legales ante la comuna.
El caso de Mérida recuerda al de Mazatlán, con la diferencia de que en la ciudad costera del norte son los empresarios hoteleros quienes buscan impedir que la música de banda “moleste” a sus huéspedes. En la capital yucateca, son los vecinos quienes van en contra de los negocios y la bulla que generan.
El problema ha escalado tanto que las personas afectadas decidieron organizarse y formar la agrupación “Hagamos ruido contra el ruido en Mérida“, desde la cual presentaron 25 acciones legales ante la dirección de Desarrollo Urbano del ayuntamiento. Varios de ellos argumentan que, pese a las acciones, no han sido escuchados.
Pese a lo que pudiera pensarse, los quejosos han aclarado en múltiples ocasiones que no se trata de un problema de xenofobia, ya que es fácil argumentar que son los extranjeros quienes pretenden “terminar con al vida nocturna” de Mérida. Aseguran que la mayoría de quienes levantan la voz es gente local; y también fuera del Centro.
Erik Pérez Loyo, abogado representante de dicha agrupación ha señalado que no están en contra de la fiesta, ni de las fuentes de empleo que generan los establecimientos: “Somos conscientes de eso”. Pero también, recordó, existe un estado de derecho que implica reglamentos que deben cumplirse y no se han cumplido.
Entre las irregularidades, señaló el abogado, figuran aspectos de la música al aire libre, falta de dispositivos de insonorización, cantidad de cajones de estacionamiento, extinguidores o salidas de emergencia. Incluso se supo de unos comensales que destruyeron la cámara de seguridad de una de las viviendas contiguas al restaurante “Catrín“.