El estado de Yucatán, tierra de la civilización Maya y que alberga importantísimas zonas arqueológicas, que dan fe de la historia del pueblo ancestral, actualmente corre el peligro de perder el patrimonio cultural por la falta de presupuesto y dedicación, tanto de autoridades como de la sociedad, dijo el arqueólogo, doctor en Gestión de la Cultura y el Patrimonio, Josep Ligorred Perramon.
El INAH responsable de la protección del patrimonio cultural en México, enfrenta un déficit presupuestal que limita la inversión en mantenimiento, excavaciones e investigación. Según datos del propio Instituto, el presupuesto para 2023 se redujo en un 5% con respecto al año anterior.
Las consecuencias del abandono son devastadoras, pues muchas de las edificaciones presentan deterioro en buena parte de las estructuras, poniendo en riesgo su integridad y valor científico. Un ejemplo de esto es la zona arqueológica de Chaltún Ha, ubicada en Izamal, que se encuentra llena de maleza y sin vigilancia.
El INAH registró 25 casos de saqueo en zonas arqueológicas de Yucatán en el año 2022.
El antropólogo aseguró que hay más de dos mil sitios arqueológicos mayas antiguos que se encuentran registrados en Yucatán, que “son una manifestación de la larga y compleja ocupación humana del territorio por más de tres mil años antes de la Conquista y que solamente algunos se encuentran abiertos al público”.
Mencionó que hay otros sitios ubicados en zonas urbanas que son un patrimonio invisible ante el crecimiento urbano y agropecuario.
El especialista dijo que hay zonas que están en áreas naturales, selvas, montes, en la serranía del Puuc, cuevas, cenotes e incluso en la costa.
Profesor de tiempo completo y coordinador de la Maestría en Conservación del Patrimonio Arquitectónico en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), indicó que la preservación de las zonas es indispensable para el propio desarrollo social y cultural de las ciudades y la región, pues significan recursos y potencial para su desarrollo.
“Son un referente de memoria e identidad colectiva para sus habitantes, para conservarlo hay que darle un uso social y transformar las relaciones conservación-desarrollo”, manifestó.