En Yucatán, la conmemoración de los fieles difuntos es una celebración rica en tradición y simbolismo. Uno de los elementos más representativos en los altares del Hanal Pixán es el uso de velas de colores. Estas velas tienen un significado especial, y en el caso de los niños difuntos, su presencia es aún más conmovedora. El 31 de octubre es una fecha destacada para iluminar el camino de los infantes que han fallecido, y en el altar, también se colocan los juguetes favoritos de los niños difuntos.
En los mercados de Mérida se ofertan las velas de colores, amarillas, verdes, rojas, moradas, entre otras, mismas que de acuerdo a comerciantes, aumenta sus ventas hasta un 60% debido a que la creencia es colocar en el altar de niños este tipo de elementos para iluminar su camino, “la gente viene a comprarlas, las ponen en el altar el día 31 de octubre para recibir a los niños, dicen que las velas de colores guían a los niños para que no se pierdan”, expresó doña Socorro Chan, a las afueras del mercado Lucas de Gálvez.
Las velas de colores son un componente esencial en los altares del Hanal Pixán. Cada color tiene un significado particular. El uso de estas velas se remonta a antiguas creencias mayas y se ha fusionado con la religión católica, creando una simbiosis única en la celebración del Día de Muertos en Yucatán.
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De acuerdo a la fe católica, esta creencia se mantiene viva, “el 31 de octubre es una fecha especial en la celebración, ya que se cree que en esta noche, las almas de los niños fallecidos regresan al mundo de los vivos. Las velas de colores se utilizan para iluminar su camino y guiarlos de regreso a sus hogares y a las ofrendas que se les han preparado. Los colores de las velas pueden variar, pero con frecuencia se utilizan colores vivos como el amarillo, el rojo y el naranja para representar la alegría y la vitalidad de la niñez”, explicó el vocero de la Arquidiócesis de Yucatán, Jorge Martínez Ruz.
En el altar del Hanal Pixán, también se colocan los juguetes favoritos de los niños difuntos. Estos juguetes son una forma de recordar y honrar la niñez de los seres queridos que han partido. Además, se considera que los niños difuntos disfrutan de estos objetos en su viaje de regreso a casa. Los juguetes se sitúan junto a las velas, las fotografías de los niños y las ofrendas de comida, creando un ambiente cálido y acogedor para recibir a las almas.
Irving Gil
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