La mayor parte de la gente conoce una sola especie de pitahaya como nativa de la Península de Yucatán, Hylocereus undatus, aunque el tema es polémico, pues su origen puede estar en el sureste del país o el norte de Centroamérica, pero poca gente sabe que, en realidad, hay otro tipo de pitahaya, dos variedades que sí son nativas, una de ellas muy poco conocida, que crece en la parte seca del norte de la Península, revelaron investigadores del Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY).
La pitahaya es uno de los frutos tropicales más conocidos y es ampliamente cultivado por su sabor y exótica apariencia, con su superficie externa de color rosado intenso o rojo brillante y la pulpa del interior blanco salpicado de una miríada de semillitas negras.
El origen de esta especie, que es la más conocida, señala el texto, está sumergido en la niebla del misterio, pues es muy posible que la planta se haya originado en el sureste de México o el norte de Centroamérica, que es donde crecen otras especies que se le parecen y sin duda están emparentadas.
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Por ello, no se puede decir con certeza que la pitahaya sea realmente nativa de la Península de Yucatán, aunque es muy probable que lo sea. Sin embargo, se le cultiva extensivamente y también es común verla sembrada y prosperando en los patios y solares de las casas de la región.
Pero poca gente sabe que hay otro tipo de pitahaya en la Península de Yucatán, la cual es realmente nativa. Fue descrita como Hylocereus undatus ssp. luteocarpus Cálix (Cálix de Dios 2005) y aparentemente crece solo aquí.
Se diferencia de la pitahaya normal por su fruto amarillo, de sabor muy dulce. La espinación de sus tallos es también algo diferente, en arreglo y posición. Existe de forma silvestre en algunos lugares del sureste de la Península.
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También hay una tercera especie del género y la segunda que se sabe con certeza que crece silvestre en la Península de Yucatán y en la zona norte y seca de la Península.
Tanto la novedad como la pitahaya común poseen grandes frutos rojizos, muy vistosos, algo menores en la especie de identidad desconocida. Los frutos de la pitahaya son muy dulces, jugosos y de sabor agradable; los de la especie costera son menos dulces y más insípidos, pero aún comestibles.
Las flores son casi idénticas, muy grandes y vistosas. Ambas presentan adaptaciones para la polinización por murciélagos.
De la nueva pitahaya, los estudios sugieren que pudiera tratarse de varias especies conocidas, pero el estudio refiere que habrá que hacer más estudios para definir una identidad para esta interesante especie aparentemente restringida, al menos en México a la franja norte seca de la península de Yucatán.
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