El doctor Salvador Castell, director de la agrupación “Va por la Tierra”, destacó que actualmente en el mundo se vive una crisis alimentaria y, por ende, hay que hacer un consumo responsable de alimentos porque hay altos niveles de desperdicio, como en el caso de Mérida que la cifra asciende a unas 50 o 60 toneladas por día.

“La misma FAO y varias instituciones alimentarias han declarado que estamos en una crisis alimentaria, en relación a dos cosas: el cambio climático que hace que muchas zonas ya no sean cultivables y otros cultivos que son difícil de desarrollarse por el aumento de temperatura, además de la sobrepoblación”, expuso.
Sin embargo, dijo que esta crisis alimentaria también involucra el desperdicio de alimentos, que va desde la pérdida al momento de la cosecha, siembra, acopio, distribución, el tiempo de anaquel, que se calcula que se puede perder hasta el 50% de los alimentos que se producen.

“Las cantidades que se hablan son variables, porque no hay un monitoreo, pero se calcula, además, que, del anaquel al uso en casa o negocio, se pierde entre el 8 y 12% de la producción total”, señaló. En el caso de Mérida, dijo que se puede hablar de un desperdicio diario de alimentos de entre 50 y 60 toneladas, que es una cantidad importante que se desecha, “no solo por servirnos un poco más o que dejamos el alimento en el refrigerador, sino que desperdiciamos porque ya no está bonita la zanahoria y así, o como cuando se desperdicia comida en los bufetes”.

Además, indicó, no hay justicia alimentaria, es decir, hay comunidades que tienen gran disposición de alimentos y otras que sufren de la proveeduría y que sufren de desnutrición extrema.

“Es un problema compartido, por consecuencia de la crisis climática y todos debemos participar. Hay polémica, de gente que dice que, si lo pago lo tiro, o que las empresas lo deben considerar en su merma, pero hay que pensar que un desperdicio normalizado, consciente, es incorrecto por donde queramos verlo”, agregó.
Castell dijo que debemos ser consumidores racionales e ir comiendo de poco en poco, parar cuando nos sintamos satisfechos, pero “es algo social y cultural esta conducta del agandalle que si ya lo pagué me lo desquito hasta el fondo y es donde debemos cambiar como sociedad”.

“Hay que considerar que lo que dejamos en el plato pudiera haber alimentado a una persona en un comedor social”, destacó.

En este sentido, recordó que algunos programas permiten que estos alimentos se puedan donar, pero el alimento que ya tocó un plato por cuestiones de salubridad no, tiene que ser desechado, pero cuando el alimento no te lo sirves en un bufete, por ejemplo, lo que queda en las charolas sí se puede donar a comedores públicos o sociales.

“Hablamos de algo básico en la sostenibilidad que es el consumo responsable de alimentos y recursos; se calcula que entre el 5 y 6 por ciento del gas de efecto invernadero y carbono es consecuencia de sobre producir para mantener a la población más gorda. El sobre consumo alimentario genera el 5 porciento del problema del cambio climático en el mundo”, dijo.

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