Acompañado de su esposa Jill, el presidente estadounidense se dirigió primero al santuario levantado frente a la escuela.
Vestidos de riguroso luto y tomados de la mano caminaron lentamente por el corredor formado por flores, peluches, cruces blancas y fotos dejados en honor de los 21 muertos.
Biden (79 años), quien sufrió la pérdida de su hijo Beau por cáncer y a su primera esposa y pequeña hija en un accidente, asistió luego a una misa católica en la iglesia del Sagrado Corazón. La primera dama se acercó para tocar las manos de varios fieles.
«Nuestros corazones están rotos», dijo el arzobispo Gustavo García-Siller en su servicio.
– «¡Hagan algo!» –
«¡Hagan algo!» gritaron desde la multitud en la calle cuando Biden salió de la iglesia del Sagrado Corazón, donde asistió a misa con familiares de luto.
«Lo haremos. Lo haremos», respondió Biden, antes de dirigirse a reuniones privadas con familiares de los muertos, sobrevivientes y equipos de socorro.
La visita a Uvalde se produce menos de dos semanas después de un viaje similar a Buffalo, en el estado de Nueva York, donde un tiroteo de corte racista dejó 10 integrantes de la comunidad negra muertos a manos de un tirador blanco.
El mandatario Biden, que no tenía previsto hacer un discurso el domingo, instó el sábado a actuar para prevenir futuras masacres en un país donde los esfuerzos para endurecer las regulaciones de armas de fuego han fracasado repetidamente.
Llamó «a todos los estadounidenses en este momento para que se unan y hagan oír sus voces y trabajen juntos para hacer de esta nación lo que puede y debe ser», un lugar «más seguro».
– Cauteloso optimismo –
Como sucede siempre tras estas tragedias ya comunes en Estados Unidos, el debate sobre el control de las armas de fuego está nuevamente en el tapete.
Destacados legisladores expresaron este domingo un optimismo cauteloso para dar algunos pasos en ese sentido.
«Hay más republicanos interesados en hablar sobre encontrar un camino a seguir esta vez que lo que hemos visto desde Sandy Hook», dijo el senador demócrata Chris Murphy a la cadena ABC, al evocar el tiroteo en la escuela primaria de ese nombre en 2012 en Newtown, Connecticut, que dejó 26 muertos.
El senador también demócrata Dick Durbin mostró confianza en que «habrá algunos» legisladores opositores que se manifiesten a favor de impulsar nuevas normas, mientras que Adam Kinzinger, republicano moderado de la Cámara de Representantes, que «ahora estoy abierto a una prohibición» de las armas de fuego o mayores requisitos para su compra y uso.
La vicepresidenta Kamala Harris había exhortado el sábado al Congreso a «tener coraje» para enfrentar al lobby de las armas, en alusión a la poderosa e influyente Asociación Nacional del Rifle (NRA), y cambiar la legislación vigente.
– Policía bajo la lupa –
El Departamento de Justicia anunció una investigación sobre la criticada respuesta policial al incidente, tras un pedido del alcalde de Uvalde, Don McLaughlin.
«El objetivo de la revisión es proporcionar un informe independiente de las acciones y respuestas de las fuerzas de seguridad ese día, e identificar las lecciones aprendidas y las mejores prácticas para ayudar a los primeros a responder», dijo el portavoz del Departamento, Anthony Coley, en un comunicado.
La Policía admitió haber tomado una «decisión errónea» al demorar su ingreso al centro educativo tras ser alertada del tiroteo.
En efecto, tardó cerca de una hora en poner fin a la masacre, a pesar de varias llamadas de niños que pedían una intervención. Los 19 agentes que se encontraban en el lugar esperaban la llegada de una unidad especializada.
Finalmente, el atacante, Salvador Ramos, un joven de 18 años dotado de un rifle semiautomático, fue ultimado por agentes policiales.
Ramos ingresó a un aula, cerró la puerta y se dirigió a los niños: «Vais a morir todos», antes de abrir fuego, relató un sobreviviente, Samuel Salinas, de 10 años, al canal ABC.
Los sobrevivientes del ataque dijeron haber realizado llamadas susurradas al 911 suplicando por ayuda.
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– Crudos testimonios –
La difusión de testimonios de niños que sobrevivieron a la matanza estremecieron al país.
Samuel Salinas dijo que se tiró al piso para simular su muerte.
Lo mismo hizo Miah Cerrillo, de 11 años, para escapar de la atención de Ramos luego de ver que mató a su maestra tras decirle «buenas noches».
Desde el miércoles, vecinos de Uvalde y de otras localidades acuden a todas horas al memorial improvisado en honor a las víctimas. Los asistentes, en silencio, forman un círculo en torno al memorial, se dan las manos y rezan.
También dejan flores y peluches que se unen a los numerosos mensajes de cariño escritos en las cruces, palabras como «Te quiero» o «Te extrañaré».
«Tenemos que ayudar a estos niños a salir de este trauma, de este dolor», dijo por su lado Humberto Renovato, de 33 años, quien nació y creció en Uvalde.