REDACCIÓN
“Lotes premium urbanizados en propiedad privada y listos para construir”, anuncia el sitio web de una empresa de bienes inmuebles que enfatiza vender el metro cuadrado desde mil 690 pesos.
La vista aérea del promocional muestra una serie de lotes inmersos en la selva, “a tan solo 20 minutos del periférico de Mérida y 25 minutos de las hermosas playas de Sisal”.
No obstante, según expertos en la materia, el adquirir lotes de inversión genera desventajas a mediano y largo plazo, tanto a la persona que lo adquirió como a los residentes contiguos y a los ayuntamientos, pues se debe urbanizar la zona, no solo con accesos carreteros, sino con el
suministro de servicios básicos, escuelas, centros de salud, espacios recreativos al aire libre, entre otros.
Respaldan programas a los nuevos inversionistas
La solución, señalan, no recae en implementar nuevas legislaciones para evitar este tipo de compraventa, sino en verificar que las existentes se cumplan a cabalidad y exhortar a la población en no caer en este tipo de publicidades que promocionan espacios que no podrán ser habitados sino hasta muchos años después, pues su condición actual atenta contra el Derecho a la Ciudad.
En ese tenor, de acuerdo con ONU Hábitat, este derecho es aquel a que todas las personas deben “habitar, utilizar, ocupar, producir, transformar, gobernar y disfrutar ciudades, pueblos y asentamientos urbanos justos, inclusivos, seguros, sostenibles y democráticos, definidos como bienes comunes para una vida digna”.
SELVA DEVASTADA
En el marco del Encuentro de Sostenibilidad Empresarial, organizado por el Pacto Mundial de las Naciones Unidas, el dirigente de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC), Raúl Monforte González, enfatizó que las empresas deben transitar a un modelo de negocios basado en la regeneración en vez de la destrucción.
“Las actividades económicas actuales deben mejorar los ecosistemas en los que se realiza la actividad, enriquecer la biodiversidad, capturar carbono, purificar el agua después de utilizarla, incrementar la resiliencia de nuestro planeta y de las sociedades que lo habitamos”, apuntó.
“Las ciudades son el motor de la economía, contribuyen con el 80 por ciento del Producto Interno Bruto del planeta, pero son las responsables de más del 75 por ciento de las emisiones globales de dióxido de carbono”, expuso.
Este “salto disruptivo”, agregó, es para aminorar el impacto ambiental, reducir la huella de carbono y generar el menor daño posible al medio ambiente.
“Las acciones para una gestión empresarial sostenible deben mejorar notablemente los enlaces entre los ambientes natural y construido”, concluyó.