La invasión rusa y el alza del precio de materias primas amenazan una economía mundial que aún no se recupera del Covid-19 y representan un balde de agua fría en 2022.
“La guerra llegó en un momento en que Europa y Estados Unidos se aprovechaban de una excelente recuperación”, apuntó Jacob Kirkegaard, del centro German Marshall Fund.
En sólo dos semanas, la invasión “aumentó considerablemente” los riesgos, reconoció la semana pasada el Banco Central Europeo (BCE), que redujo su previsión de crecimiento de la eurozona a 3.7% en 2022, y el FMI avisó ya que rebajará las suyas.
Esta inflación es persistente desde hace un año. Inicialmente estaba vinculada a la ruptura de cadenas de suministro, pero ahora se debe al alza de las materias primas, que tensa los costos de producción de empresas y el poder adquisitivo.
¿Hacia nuevos planes de apoyo?
La expresión “whatever it takes” (cueste lo que cueste), popularizada en 2012 por el entonces jefe del BCE, Mario Draghi, se tradujo en 2020 en un histórico plan de recuperación del bloque europeo, acompañado de emisión de deuda. Estados Unidos adoptó planes masivos de apoyo a la economía, al igual que Japón.
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Pero en un contexto de finanzas públicas degradadas, ahora las ayudas deben ser más selectivas y destinarse a las víctimas de la inflación.
China aún lucha contra el coronavirus y acaba de reconfinar a nueve millones de habitantes, aunque podría ir más allá.
“Si esto ocurre, la economía se desacelerará de manera drástica. Cerrarán todo lo que puedan cerrar”, alertó Kirkegaard.
Con información de 24 Horas Nacional
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