Belén Martín
En el marco del Día Nacional de la Familia, hacen un llamado a madres, padres y responsables de crianza a reflexionar sobre la importancia de educar con respeto a los derechos de la niñez y de la juventud.
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Rebeca Isadora Terán Marín, jefa operativa del Sistema Nacional de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes (Sipinna) en Yucatán, planteó tres ideas que guían la crianza positiva.
“La primera es: el respeto a los derechos humanos de la niñez y juventudes; la segunda: recordar que los vínculos, nos hacen quienes somos, y la tercera: cuidar nuestra relación, nuestros vínculos afectivos con ellos”. precisó.
Edición 7 de marzo, 24 Horas Yucatán
La profesional se refirió también a la importancia de conocer las etapas de referencia para entender las mentiras que los hijos suelen decir, para evitar ser injustos y ayudarlos en lugar de reprenderlos.
Para las etapas a usar como referencia para entender las mentiras, aclaró que las edades son solamente categorías generales, pues varían según la trayectoria de desarrollo de cada niño o adolescente.
Entre los 0 y dos años, los niños no mienten, más bien presentan confusiones de lo que pasó realmente y se equivocarán en las expresiones como “sí”, “no”, “tuyo”, “mío”, también confundirán tiempos como pasado, presente y futuro.
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Se confunden con las preguntas adultas como: ¿Estás seguro de que…? O ¿por qué hiciste eso…?
Esto pareciera obvio, pero es frecuente escuchar a personas adultas decir que su hijo o hija de esta edad está mintiendo, pero no es así y no es tan obvio para todas las personas, precisó.
De los dos a los seis años, en muchos casos aplica lo mismo que en la etapa anterior, al tener una mente en formación, en este período, todavía no desarrollan la maduración necesaria para planear las mentiras o para decir mentiras elaboradas.
En esta etapa los niños también pueden tener algunas otras confusiones y pensar que algo es real cuando no lo es y expresarse de forma que pareciera que están mintiendo.
Finalmente, los adolescentes de 12 a 17 años, están en una trayectoria de desarrollo que va avanzando progresivamente, por lo que no se debe descartar nada de las etapas anteriores y considéralas.
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También puede haber razones para mentir como podrían ser: miedo al fracaso, al rechazo, al ridículo o las burlas, para evitar los castigos físicos o castigos en general.
Los adolescentes suelen mentir ante la sensación de que no tienen todo el amor que desean o de que puede perder la confianza o el cariño de personas que les importan.
También, por exceso de exigencia en algún área, para evitar que le llamen flojo, ignorante o torpe, aun cuando realmente exista alguna dificultad para las tareas a realizar.
Ante las emociones no procesadas hacia personas importantes, especialmente de enojo, además de ausencia de una figura de confianza de forma consisten, e incluso por aquella “disciplina” con violencia.
Por lo anterior, Terán Marín recomendó a los padres de familia por ningún motivo castigar de forma física a sus hijos; no culpabilizar ni ridiculizar; evitar reprender cuando digan la verdad después de mentir.
Asimismo, reconocerle que tuvo el valor de decir la verdad y pedirle que proponga alguna solución al respecto y, sobre todo, recordarle que a pesar de que no se aprueban las mentiras, los siguen amando.
Indicó que como padres se debe ser un ejemplo para sus hijos; y en caso de ser necesario, pedir ayudar de los profesionales especializados y actualizados en psicología de la niñez y adolescencia.