La noche del 8 de noviembre de 1923 comenzaron los intentos de Adolf Hitler por instaurar un “Nuevo Orden” con una total hegemonía de la Alemania nazi. A esto se le llamó “Putsch” y sucedió en una cervecería.
Como antecedente al “Putsch” se tienen los difíciles 4 años que vivió la República de Weimar tras perder la Primera Guerra Mundial donde la inestabilidad nacional iba desde problemas económicos hasta la rebeldía de los inconformes con el Tratado de Versalles.
La cervecería Bürgerbräu Keller fue el lugar de encuentro para que Hitler y las Sturmabteilung (SA) (organización tipo militar) trataran de llevar a cabo la insurrección durante una reunión liderada por Gustav Ritter.
Después de beber una cerveza, Adolf tomó una jarra y la hizo añicos contra el suelo y quitándose la gabardina dejó ver su chaqué negro (prenda para ceremonias), sus “Cruz de Hierro” de primera y segunda clase y finalmente su pistola. Arriba de una silla, se declaró la “Revolución nacional”.
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Al día siguiente los rebeldes eran buscados por el ejército y la policía bávara, a pesar del acuerdo que él tenía con un general, este fue disuelto y Hitler, y su gente se vieron en medio de un tiroteo del que escapó con un hombro dislocado.
Dos días después del suceso fue arrestado y sentenciado a 5 años de prisión en la fortaleza de Landsberg.
Durante su juicio Adolf aceptó haber intentado un golpe de estado pero afirmó que no era un crimen.
“Solamente yo cargo la responsabilidad. Pero no soy un criminal por eso. Si hoy me presento aquí como un revolucionario, es como un revolucionario en contra de la revolución. No existe la alta traición contra los traidores de 1918”.
Los crímenes que se cometieron ameritaban cadena perpetua, a pesar de esto Hitler consiguió que de 5 años (pena mínima) su condena fuera únicamente de 9 meses.
El encierro fue el momento de introspección en que el líder consolidó sus ideas del imperio nazi y como lo llevaría a cabo. Su estancia en prisión estuvo llena de comodidades, con basta comida e incluso visitas de admiradores.
Las reflexiones que tuvo en prisión hoy figuran en su libro Mein Kampf (Mi lucha).
Aquel acto revolucionario en la cervecería se convirtió en el nazismo que se apoderó de Alemania 10 años después.