Javier Espada culpa a la pandemia de haber filmado su cuarto documental sobre el cineasta Luis Buñuel, que estrenó con éxito en los festivales de Cannes y San Sebastián y que ahora trae al de Morelia, al que juzga de gran importancia como punto de encuentro del cine mundial y el mexicano.
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El realizador de Los olvidados jamás abandonó el surrealismo ni su ética e incluso fue anterior a él de manera natural, gracias a su padre, Leonardo Buñuel. Rompió con André Breton, diciéndole que se afiliaba al Partido Comunista, pero no con el surrealismo. Su surrealismo no era a la manera canónica del grupo de Breton, sino al estilo del propio Buñuel, explica el fundador del Centro Buñuel Calanda.
“Buñuel reinterpretó el surrealismo e hizo uno propio, una forma propia de narrar, de contar que tiene que ver con tradiciones anteriores, con sus conocimientos literarios, por ejemplo, la novela picaresca española; su fascinación por la mutilación, los enanos, carencias físicas; elementos que permean su filmografía que hacen que tenga una especie de raíces que pasan de una película a otra”, añade Espada.
Dice el realizador en entrevista que Buñuel, un cineasta surrealista (2020), que surgió de adaptar una conferencia que dio en la Cineteca Nacional en México hace dos años, cierra el ciclo sobre el aragonés, que empezó con Buñuel, el último guión (2008, codirigido con Gaizka Urresti), Tras los pasos de Nazarín (2015) y Generación: Buñuel, Lorca, Dalí (2018) y ahora pasará la estafeta a otra generación.
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Su nuevo filme está previsto de presentarse el 30 o 31 de octubre en el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), que se llevará a cabo del 27 de octubre al 1 de noviembre próximo.
–Tu nuevo documental tiene muchísimas fotos y documentos que no se conocían de Buñuel.
–Exactamente, hay materiales inéditos, que nunca se habían visto, materiales que se han recuperado, muchas fotografías que se han restaurado para intentar obtener detalles que no se veían, porque es material bastante antiguo. Es una labor muy especial para dar valor a todos estos materiales y darles un tratamiento cinematográfico.
–¿Qué te resultó más complejo al trabajar con estos materiales, que además de ser personales se debe tener mucho cuidado en su manipulación por la antigüedad?
–Especialmente son las fotografías estereoscópicas que hizo el padre de Buñuel hacia 1900, que son unas delicadas planchas de vidrio, que era el negativo directamente, se exponía, se revelaba y de ahí salía la fotografía. Es un material muy endeble, en el que el revelado no era el adecuado, hay veces que aparecen manchas o imágenes con una suerte de calidad pobre, porque están más oscuras o más claras, precisamente por el proceso químico del revelado, hecho de una forma artesanal. Y todo esto había que unificarlo e intentar reparar esos efectos del tiempo y también de una técnica muy antigua.
–Señalas que Buñuel fue surrealista antes de que el surrealismo empezara, de que Breton lo nombrara surrealista. Breton publica el manifiesto en 1924, de hecho. ¿Cómo es posible esto?
–Buñuel fue surrealista de una forma bastante natural, influido precisamente por su padre y por un personaje del que doy cuenta en el documental, que es un médico republicano de Calandas, que era anticlerical, tenía empapelado con grabados anarquistas el consultorio, y además le gustaba la entomología. Buñuel, y en parte también Dalí, cuando empiezan a escuchar que había un movimiento surrealista, se dan cuenta de que ellos ya forman parte de él. De hecho, Un perro andaluz (1929) es una película que se hace partiendo de la escritura de un guion a partir de la escritura automática, que era lo que propugnan los surrealistas, y ellos ya lo ponen en práctica. Y Buñuel solamente filma una película, que es La Edad de oro (1930) dentro del movimiento liderado por Breton, y sin embargo el poso del surrealismo está presente a lo largo de toda su obra.
–¿Él se asumió en todas sus películas como surrealista?
–No, pero su paso por el surrealismo le deja un poso indeleble, un poso que no solo tiene que ver con la estética. No olvidemos que el movimiento surrealista pretendía cambiar el mundo e intentaba imponer una ética, una ética surrealista, que esa dura, y Buñuel la asume totalmente.
–¿Su vida en México reforzó esa línea surrealista de Buñuel?
–Sí, él no la abandona nunca. Después de La edad de oro, lo que filma es Las Hurdes, tierra sin pan (1933), y es un documental en que se nota perfectísimamente el paso de Buñuel por el movimiento surrealista. Sin esa mirada surrealista el documental sería muy, muy diferente. Y ese poso surrealista, que lo vemos en esa película, aparece en Los olvidados (1950) o en muchísimos otros filmes.
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